Nunca como ahora la escuela estuvo tan dentro de los hogares. Esa es la sensación que comparten los docentes que hoy son agasajados en su día, en un año escolar teñido por el aislamiento social impuesto ante la pandemia por coronavirus. Por esto, los maestros coincidieron en caracterizar la fecha como “histórica” e “inédita”.
En el Día del Maestro, la distancia con los estudiantes se vive con una mezcla de tristeza y de emoción. No faltaron los actos por WhatsApp, los mensajes de cariño y hasta los presentes enviados a domicilio por las autoridades de los colegios y por la comunidad educativa. Para Claudio Godoy, docente suplente de una escuela de la zona este de la ciudad de Córdoba, el día cobró singular importancia.
“Es la primera vez que me toca pasar el Día del Maestro ejerciendo la profesión. El año pasado hice una suplencia corta y este año me tocó un grado durante todo el ciclo. He recibido mucho reconocimiento y afecto de los estudiantes”, agradeció.
Godoy está al frente de un tercer grado. Durante el año su principal desafío fue adaptar los contenidos a la contingencia que implicó la educación a distancia. Y reconoce que los directivos del colegio lo acompañaron y lo apoyaron en todo momento.
“Soy un docente recién iniciado, pero fui probando diferentes estrategias. Los chicos respondieron muy bien”, destacó Claudio.
Junto con el resto del plantel, organizaron un “acto virtual” alusivo al Día del Maestro que enviaron ayer a la comunidad educativa. “Los chicos me han brindado mucho afecto y cariño. Soy profesor varón y esto es algo poco común”, contó
Hoy va a disfrutar la jornada junto con su pareja, también docente. Pero, sobre todo, “el profe” Claudio va a celebrar “el gran compromiso de las familias, que apoyaron el proceso”.
Nivel inicial
Roxana Mujica es profesora del nivel inicial en una sala de 3 años. Por la pandemia, educa desde su casa a los niños de un jardín emplazado en la zona noroeste de la Capital. Y ayer comparó este Día del Maestro con las grandes emociones que le ha dado la vida. “Durante este año, la tarea fue conocer a los chicos. Reinventamos nuestras estrategias para estar con ellos y para aprender juntos. Los niños no hablan mucho, así que me dediqué a leer gestos y guiños”, planteó la docente.
Para Mujica, esta experiencia de educación mediada por la tecnología ha implicado un “ir y venir de experiencias”. En la primera instancia, contó, les costó hallar una forma de llegar a los estudiantes. Pero crearon los grupos de WhatsApp de las familias y la comunicación se hizo fluida.
“Estamos cansados de esta virtualidad. Pero vamos a celebrar lo que hemos logrado”, concluyó.
Secundaria
En el caso de la “seño” Roxana, las actividades son instancias lúdicas que apuntan a desarrollar distintas habilidades. Pero qué pasa en la secundaria. Lucía Fantini es profesora en una escuela privada de zona norte. “En nuestro caso, hay que decir que la mayoría de los estudiantes se han podido conectar, en un 90 por ciento. Pero hay realidades muy distintas. Dicho esto, hay que remarcar que, a medida que los estudiantes son más chicos, la conectividad depende más de las familias”, analizó la docente, que también es especialista en Psicopedagogía.
Según su experiencia, cuando la tarea de conectarse dependió de los estudiantes, la adhesión a las propuestas fue del ciento por ciento. “Esto demuestra la importancia que ha tenido nuestro rol”, destacó.
Con sus gestos cálidos y su tono amistoso, la “profe” Lucía dice que el contexto realzó el valor de la tarea docente. “El rol ahora tiene otra importancia y otra visibilidad. De parte de las familias hay emoción y una necesidad de que los docentes sepan que se valoró su trabajo”, dice.
Marisa Myrian Labó acuerda con Fantini. Hace 26 años que ejerce la docencia y la lleva a cabo en un colegio público de la zona sur de Córdoba. “Lo positivo ha sido el acercamiento de los niños a los padres y el acompañamiento de ellos a sus hijos. La familia se volvió un eslabón esencial de la práctica docente”, sostuvo, y celebró que “todos se han involucrado”. Sin embargo, reconoció que necesita el vínculo personal. “En ese contacto se dejan huellas, lo cual es un factor importante en la tarea docente”, expresó, y asumió que en esta fecha va a extrañar mucho a sus estudiantes.
Día del Maestro. Hoy a las 11, de modo virtual, el ministro de Educación , Walter Grahovac, reconocerá la labor y trayectoria de cuatro docentes cordobesas. Melisa López (nivel inicial), joven educadora que se destaca por sus propuesta creativas que involucran a las familias. Liliana Sessa (nivel primario) de quien se destaca su capacidad para detectar situaciones problemáticas y abordarlas. Andrea María Ferreyra Góndolo (nivel técnico), profesora de matemáticas con 22 años de docencia. Ruth Candellero, directora de la escuela Ricardo Güiraldes de barrio Yapeyú, quien incentivó el uso de tecnología para educar en la pandemia.
Mónica no se jubiló y recibe el día emocionada
Hace 25 años, Mónica Micaela del Carmen Juárez empezó por fin su largo camino como docente. Pero antes probó con otras carreras, como Comunicación Social. Hoy está en condiciones de jubilarse, pero la situación sanitaria frenó ese proceso.
“Hice tres años de la carrera, pero era una época difícil. Me iba de mi casa a la Ciudad Universitaria de Córdoba caminando. Con el tiempo tuve que dejar y me dediqué al comercio”, contó sobre sus inicios.
Entusiasmada con lo que podría ser su último Día del Maestro, recuerda que una de sus hermanas le sugirió probar con la carrera docente.
“En primer año, los primeros días íbamos a un grado para probar si era lo que nos gustaba hacer. A mí me tocó hacerlo y ese día me enamoré de esta profesión”, dijo, conteniendo el sentimiento.
Actualmente atiende a sus estudiantes de la escuela Constancio Cecilio Vigil, de la zona sudeste de la ciudad capital. “Me costó acostumbrarme a la tecnología, pero mis compañeras me ayudaron y el resultado fue hermoso”, se alegró.
Para la “seño” Mónica, en este Día del Maestro, “lo primero que debemos hacer es saludar a las familias”. En su escuela, las abuelas y las madres fueron esenciales.
“Hay muchas necesidades materiales. La tecnología es escasa en nuestro barrio, pero nadie se quedó atrás”, reconoció.
Tal vez Mónica se jubile en los próximos meses. Pero hay un recuerdo que llevará siempre. “Una actividad frecuente fue la lectura, y un día no pude hacerla. Los chicos preguntaban por qué y pedían el cuento. Es lo más mágico que a una le puede pasar”, agradeció.
Fuente: La Voz