Eduardo Casas
La gestión sinodal (que sirve para escuelas, como para cualquier otra organización compleja) está inspirado en el diseño eclesial de la sinodalidad. Encarna y expresa el modo y el estilo comunitario de ser Iglesia. Puede ser adoptado para otras organizaciones e instituciones incluso que no sean eclesiales.
La sinodalidad, dimensión constitutiva de toda la Iglesia, no es solo un diseño de gestión sino, además, un paradigma eclesial, una praxis, un estilo y una espiritualidad que se caracteriza por:
- Una gestión y un liderazgo desde el caminar juntos la realidad institucional en un andar participativo, dinámico y circunstanciado. El líder o gestor-animador orienta, guía, coordina y acompaña a hacer el proceso a todos. Su liderazgo se funda en el servicio y no en el poder. La autoridad del líder requiere superar las siguientes actitudes: auto-referencialidad; protagonismo; personalismo; individualismo; monopolio y centralidad del propio rol en la toma de decisiones; incapacidad para el encuentro y el diálogo; falta de consideración de las opiniones de los otros; búsqueda de poder; instrumentalización de los demás; maltrato y los abusos de poder de cualquier índole; insensibilidad frente a situaciones de vulnerabilidad; etc.
- El liderazgo de gestión sinodal se caracteriza por ser la escucha personal y el discernimiento comunitario sostenido el encuentro, la empatía, el intercambio interpersonal y la participación donde cada uno es un sujeto activo, hacedor y protagonista de procesos, capaz de interpretar los contextos específicos de las diversas mediaciones culturales y asumir los cambios necesarios frente a las resistencias e inercias personales e institucionales, impulsando una conversión estructural, organizacional, funcional y vincular con apertura misionera hacia las periferias geográficas, existenciales, socio-culturales y eclesiales.
- La gestión o el liderazgo asume una gestión compartida con diversos equipos. Se suplanta toda gestión monárquica ya que no hay subalternos, súbditos o subordinados. Los diversos roles institucionales son corresponsables corporativamente y complementarios unos con otros desde la misión compartida. Este diseño de gestión compartida requiere reuniones, encuentros, diálogos, discernimientos y planificaciones. La toma de decisiones y la última palabra institucional es construida con la guía del gestor a través de los equipos, los cuales deben discernir y luego, cada uno -desde su rol y función- ejecutar lo acordado. No es suficiente que el último responsable decida solo y luego informe o comunique. El proceso de las decisiones debe ser con una metodología sinodal a través de una construcción colaborativa para que, de esa manera, la responsabilidad final también lo sea.
- La gestión compartida se construye desde el trabajo en equipo combinando varias perspectivas: transdisciplinar, multidisciplinar e interdisciplinar. Para su integración, los equipos requieren de los saberes específicos de cada área y de cada rol. Ninguna decisión institucional importante se toma solo. El trabajo en equipo supone encuentro; comunión en la diversidad; compartir fraterno; servicio mutuo; fomento de actitudes constructivas; asunción de desafíos; apreciación de la mutua estima y confianza; valoración y reconocimiento entre todos; cuidado recíproco; capacitación profesional en común; etc.
- El discernimiento comunitario es una de las grandes herramientas que sirven a la planificación institucional. Este modo de discernimiento requiere que los equipos de las diversas áreas se formen en la lectura de la fe, en la lectura orante de la Palabra de Dios y en la lectura analítica y sapiencial de toda la realidad, especialmente de la realidad institucional y contextual. Esta integración de diversas lecturas construye el horizonte pastoral del discernimiento comunitario que busca siempre conocer la voluntad de Dios desde un determinado tiempo y espacio, iluminando las circunstancias que configuran los hechos cotidianos, los acontecimientos y los procesos personales, comunitarios, eclesiales y sociales.
- La relación entre el líder que gestiona y los distintos equipos debe ser fraterna. Sin competencia, indiferencia o exclusión. No se trata de ver quién es el más importante o el que sobresale (cf. Mt 18,1-7) sino que cada uno de los diferentes roles configura un servicio diferente y complementario a otros. Los interlocutores son mutuamente corresponsables en áreas distintas que se unen para trabajar desde una misma visión y misión institucional.
- El líder debe cuidar la transparencia y el uso de las vías institucionales y formales para todo lo que implique la gestión, de manera especial, aquello que incumba a la administración de los bienes económicos y culturales de la institución. No se pueden dar desprolijidades, faltas de transparencia y abusos en este punto. Los bienes de la institución no son de pertenencia personal o grupal, sino que deben ser administrados sabia y corresponsablemente.
- El líder debe respetar las áreas y lo saberes que no son de su competencia profesional. Es necesario que respete y promueva el saber profesional, técnico y específico de los diversos roles, apreciando los aportes de las respectivas competencias para hacerlas converger en el bien común.
- El líder siempre debe ser nexo de comunión y no de distancia o de separación. Su rol no es ser patrón sino animador y coordinador. Le gestión sinodal supone un caminar el proceso todos juntos, cada uno a su ritmo. El líder puede estar adelante, al medio o atrás de los demás, según discierna la conveniencia de cada momento del proceso. No es conveniente permanecer en un lugar estático sino realizar su acompañamiento desde diversos lugares de posicionamiento. La importancia del rol no está en la posición que se tome en el camino comunitario, sino en la calidad del servicio que se realiza, el cual se puede y se debe ejercer desde cualquier lugar. Es sabio cambiar (adelante, al medio y atrás) para tener una mejor perspectiva de todo el camino. El estilo sinodal posibilita que el servicio pueda ser dado dinámicamente desde y en cualquier punto del proceso. Lo fundamental es propiciar el avance.
- El líder debe respetar los procesos institucionales previos, las historias comunitarias y las biografías pastorales que hayan existido antes. No es política, ni estratégicamente conveniente intentar borrar la historia y las prácticas institucionales. No es sano comenzar siempre de nuevo. Nadie es tan importante como para que la historia institucional empiece con él. No solo hay que cuidar los procesos, sino también a las personas y a sus cargos. No es prudente, ni conveniente cambiar todo desde el comienzo ya que los procesos no son respetados y las personas se sienten atropelladas. El líder que comienza requiere de un tiempo de adaptación institucional y la institución también necesita lo mismo para con él. Este mutuo proceso supone disponibilidad, escucha, intercambio, conocimiento, prudencia, entre otras cosas. La práctica de cambiar todo con quien llega a la institución es una torpeza. La gestión sinodal se inserta en el camino comunitario, en su historia y en su planificación. Antes y después del líder, la institución sigue. Somos parte de una historia común. Si es necesario algunos cambios, como seguramente ocurra, es muy conveniente que nazcan de las demandas de la realidad y sean discernidos y acordados por todos para que todos puedan involucrarse en un proceso de cambio que tendrá su tiempo conveniente.
- El líder cuida y privilegia los gestos, los vínculos, los climas institucionales, las actitudes de inclusión y de cuidado para con los más vulnerables de su institución y de su entorno. Las inconsistencias institucionales y las fragilidades personales o grupales deben ser conocidas, recibidas, contenidas, cuidadas, haciendo con ellas un proceso de sanación institucional que permita un aprendizaje común de todo lo vivido.
- El diseño sinodal de gestión fomenta la creatividad a través de la planificación institucional posibilitando una salida misionera, evangelizando la cultura del contexto desde una ciudadanía responsable comprometida, solidaria y transformadora propiciando la formación profesional de líderes sinodales.[1]
[1] Si se desea ampliar más sobre este tema. Cf. Eduardo Casas. Gestión y Liderazgo de procesos en las instituciones educativas. Editorial PPC, Buenos Aires, 2021.