El cuidado de nuestra salud mental en la pandemia

Lic. Silvina Henin

La crisis generada por el Covid-19 que nos llevó al aislamiento social y preventivo, se ha extendido significativamente en el tiempo, esto nos ha hecho reconocer con más detenimiento nuestras emociones. Y nos da la posibilidad de hacer un breve análisis sobre cómo han cambiado nuestras conductas en este tiempo, cómo nos posicionamos y que actitud tomamos para afrontar la situación.

Ante la novedad de que debíamos quedarnos en nuestras casas, lo que inevitablemente cambió el rumbo de nuestras vidas y con esto nuestra capacidad de adaptación, generó muchas consecuencias en nuestro estado de ánimo de lo que algunos se habrán dado cuenta y otros no.  En un primer momento, cuando creímos que podía ser 15 días, o un mes, adoptamos una conducta y lo tomamos como una nueva experiencia, de cuidado e higiene, focalizándonos en nuestros hogares, nuevas maneras de trabajar, de salir solo por necesidad, etc. Si vemos estas cuestiones que emergen, se podría decir que a nivel psicológico no había todavía un “darse cuenta” de lo que estaba sucediendo y la crisis que esto iba a provocar a nivel global, sin detenernos a mirar que estaba sucediendo adentro nuestro y siempre pensando en que iba a durar unos pocos meses.

Se vienen realizando muchos estudios sobre cómo está siendo el impacto psicológico de las personas ante esta crisis y esto conlleva a reflexionar sobre las diversas reacciones emocionales o síntomas que emergen como “angustia, ansiedad, miedos, fobia a salir a la calle, depresión, etc.”; serían las que más se han manifestado, según investigaciones (Ineco, Rpeca red de psicólogos especializados en Catástrofes Argentina, Asociaciones de Salud mental, etc).  Ciertos profesionales de la salud mental como la Lic. Alicia Stolkiner,  sugiere “no hablar de patologías” o de “brindar una categoría patológica”, ya que no estamos en condiciones de hacer un diagnóstico psicológico de las personas bajo este contexto, pues se necesitan herramientas adecuadas a la situación actual, de las cuales no disponemos debido a la irrupción tan de repente y catastrófica de la pandemia.  Estamos ante un problema inédito de lo que no tenemos conocimientos previos.

En este sentido, Lewkowicz Ignacio, propuso una de las modalidades de tomar la novedad (el caso de la pandemia) como una CATÁSTROFE definiéndola como: “una alteración súbita del orden natural de las cosas, situación en la que ninguna estructura sobreviene por la eficacia del aluvión.  El desarreglo de los hechos es intratable, y por lo tanto ninguna marca simbólica previa tiene la capacidad de operar.  Y resulta un exceso incapaz de ser controlado produciendo una caída de la estructuración anterior”.

Hoy estamos conviviendo con el virus y resulta que nos hemos dado cuenta de que para superarlo tenemos que hacer un gran esfuerzo, ya no van soluciones superficiales ni análisis rápidos, o frívolos.  El covid-19 nos obligó a que debemos esperar, en un mundo en donde la espera se había postergado, porque todo debía darse en el momento, TODO YA!.  Y “cuando algo radicalmente nuevo y amenazador surge, se corta la linealidad de la historia, se rompe el tiempo cronológico y surge un tiempo de alteración” (nos dice el conocido filósofo y sociólogo C. Castoriadis). Un tiempo de cambios que, al parecer nos cuesta aceptar.

Y así pasamos a un segundo momento podemos decir que fue de negativismo, donde empezaron a surgir lamentaciones: “que esto hasta cuándo va a ser?!… que ya se acabe este maldito virus!… o esto me tiene harto/a…” a modo de protestas contra todo lo que pudiera resultar incomodo y contradictorio.  Hay quienes niegan y reniegan de que Covid-19 “no existe” o que “no es tan grave… y no los va a afectar”, como otros que naturalizan el trance, exponiéndose a riesgos.  Tengamos en cuenta que venimos de una sociedad ferozmente individualista, donde se potencia el consumismo, a costa de los intereses personales, prevaleciendo el desinterés por el bien común.

Como dicen algunos críticos, en este caso el escritor Yuval Noah Harari, “en la batalla contra el covid-19 la humanidad carece de líderes” y yo agregaría que también se ha perdido el orden social. El psiquiatra Frances J. Lacan (1957) expresaba: “Podemos pensar que en cada momento de crisis se libera un monto de agresividad que revierte en lo social, y si esta sociedad no es capaz de contener en su seno las herramientas que ayuden a canalizar, encauzar, responsabilizar al sujeto, tendremos una sociedad más violenta”.

Cuidar nuestra salud mental es cuidar nuestra salud.

Hoy nuestra salud mental está profundamente afectada, ya que no solo estamos sufriendo el no poder abrazar a nuestros seres queridos y vínculos cercanos, sino que nos sentimos abrumados, sin saber qué hacer ante tanta incertidumbre imposibilitados de planificar nuestra vida.  Tengamos en cuenta que la salud mental es también el contar con una vivienda u hogar saludable, el acceso al trabajo, la planificación de la vida y los proyectos y actividades que nos hacen bien y que hacen a la vida en familia y no solo el cuidado de la salud. Entonces vemos como la salud mental hoy está bastante afectada. Para que alguien se integre a su medio y se convierta en sujeto, debe contar con un medio estable y previsible, condiciones  que hoy han desaparecido.

Entonces ¿Cómo deberíamos cuidar nuestra salud mental?:

Fortaleciendo nuestro interior: primero focalizarnos en nosotros mismos y pensar que si nosotros estamos bien emocionalmente, podremos ayudar a otros a estar bien.  ¿Cómo? Alimentando nuestra mente con cosas positivas que nos hagan avanzar y no negativas (“esto ya me tiene harta/o, todo está mal”, “no puedo hacer nada”…etc.) que lo único que hacen es bloquearnos y desesperanzarnos.  Las acciones que nos llevan a este camino son: una buena lectura, meditar, hacer actividades que nos agraden (como escuchar buena música, cantar) y que podamos compartir en familia como cocinar, hacer gimnasia, bailar, juegos de estrategia para agilizar la mente, hacer jardinería u otras actividades que nos conecten con la naturaleza.  Mantenernos en contacto con nuestros seres queridos, sobre todo los que se encuentran solos.  Tratar de entablar conversaciones que nos llenen de armonía y paz ; no de preocupación y miedo.

Siendo tolerantes: esperar, la tolerancia alude a la capacidad de un organismo para resistir, en este caso resistir ante las adversidades. Pensar que esta situación solo la podemos afrontar en calma, desde un lugar de esperanza que todo va a pasar y que vamos a salir fortalecidos. Saber que por momentos va a aflorar una o algunas lágrimas, permitámonos estar tristes ya que esto es como un duelo y está bien desahogarnos.  Todos necesitamos tiempo para procesar lo que nos sucede en la vida, pero las circunstancias de hoy, no nos dan tiempo, nuestra mente y nuestras emociones carecen de experiencia ya que esto es nuevo.  Significa que tomemos conciencia y reconozcamos que no estábamos preparados para sobrellevar esta crisis y a partir de este reconocimiento, ser comprensivos, no alarmarnos y que no nos sobrepase.

Alimentación saludable: debemos cuidar nuestro sistema inmunológico para que estemos provistos de buenas defensas, ya que estar en buen estado de salud nos encuentra mas preparados.   Por lo tanto, comer sano: una buena alimentación dotada en vitaminas, proteínas, etc. nos ayudará a protegernos.

Fomentar la solidaridad: ayudar a las familias más necesitadas, ya que como sabemos no todos estamos en el mismo barco, afrontando esta tempestad.  Cuidar a quienes son población de riesgo, no exponiéndolos a que nos visiten o sean visitados, ya que son los más vulnerables.

Establecer una organización semanal: que nos sirva para una buena convivencia, como por ejemplo horarios o rutinas para: el estudio, trabajo, cocinar y limpieza, colaborando entre todos ayudará a fortalecer los valores de una convivencia armoniosa. Respetando los espacios individuales y los momentos de compartir en pareja, como en familia.  Las mismas consideraciones son útiles también para quienes están solos.

Evitar la sobreinformación. Sabemos que muchas noticias pueden alarmarnos, tanto de cómo transcurre el covid-19 en cuanto a muertes, contagios, etc. como la información de los desastres que se están produciendo a nivel mundial, esto nos preocupa y angustia a la vez.  Pero no es bueno tener esa información de manera permanente en nuestra mente que ya está estresada con todos los cambios, no agreguemos más de lo necesario.

Pensemos entonces ¿Cómo vamos a cuidar nuestra salud mental dentro de esta pandemia? Empecemos por nosotros mismos y nuestro interior, de nosotros depende cómo nos tomamos esto y qué vamos a sacar de positivo. Busquemos la manera de afrontar esta circunstancia confiando en nuestra capacidad de adaptación y aprendizaje. Y si nos excede sepamos recurrir a una ayuda profesional.

El Papa Francisco en la nueva Encíclica (publicada el pasado 4 de octubre), en una de sus líneas nos dice: “…Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros.”  Este covid- 19 nos ha hecho caer en la cuenta de que “nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante”.

Pongamos a disposición lo que mejor sabemos hacer y si no sabemos sigamos aprendiendo, que para eso tiempo tenemos.

Lic. Silvina Henin

MP: 794 ch.

MP:2862 cba.