El Papa Francisco participó en un encuentro muy cordial con obispos, sacerdotes, religiosas y catequistas eslovacos, reunidos en la Catedral de San Martín de Bratislava este 13 de septiembre, a quienes animó a caminar como Iglesia “en la libertad del Evangelio, en la creatividad de la fe y en el diálogo que brota de la misericordia de Dios, que nos ha hecho hermanos y hermanas, y que nos llama a ser artesanos de paz y de concordia”.
En un bello discurso, en el que improvisó en numerosas ocasiones, el Santo Padre destacó también la importancia de la homilía y pidió a los obispos y sacerdotes preparar bien la homilía, pensar “cómo hacer para que haya un contacto con la gente, y tome inspiración del texto bíblico”.
“Una homilía no debe durar más allá de diez minutos, la gente después de ocho minutos pierde la atención, a menos que sea muy interesante ¿eh?”, advirtió el Papa quien recordó que un profesor que tuvo de homilética decía que “una homilía debería de tener coherencia interna: una idea, una imagen y un sentimiento”.
En esta línea, el Santo Padre invitó a los predicadores a hacer que “la gente se vaya con una idea, con una imagen y con algo que le movió el corazón” y añadió que “así de simple es el anuncio del Evangelio y así predicaba Jesús (…) con las cosas concretas que la gente entendía”.
En forma espontánea e interrumpido varias veces con aplausos, el Papa señaló “discúlpenme que vuelva a esto, pero a mi me preocupa” y en tono de broma agregó “me permito una maldad, los aplausos lo comenzaron las religiosas que son las víctimas de nuestras homilías ¿eh?”.
Eslovaquia es una poesía
Asimismo, el Papa agradeció la hospitalidad en Eslovaquia y por las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal Eslovaca, Mons. Stanislav Zvolenský, quien lo invitó a sentirse en casa, “vengo como su hermano y por eso me siento uno de ustedes. Estoy aquí para compartir su camino, eso debe hacer el obispo, el Papa, para compartir sus preguntas, los anhelos y las esperanzas de esta Iglesia y de este país”.
De este modo, el Papa añadió que “y hablando del país, vengo de decirle a la señora presidenta que: ¡Eslovaquia es una poesía!” y los presentes aplaudieron.
Iglesia que camine unida
Luego, el Santo Padre recordó las primeras comunidades cristianas que “eran perseverantes y estaban unidos, caminaban juntos, discutían también, pero caminaban juntos”, por lo que “lo primero que necesitamos es una Iglesia que camina unida, que recorre los caminos de la vida con la llama del Evangelio encendida”.
Después, el Papa recordó el hermoso castillo de Bratislava para destacar que “la Iglesia es la comunidad que desea atraer hacia Cristo con la alegría del Evangelio, no el castillo, sino la levadura que hace fermentar el Reino del amor y de la paz en la masa del mundo”.
“Por favor, no cedamos a la tentación de la magnificencia, de la grandeza mundana. La Iglesia debe ser humilde como Jesús, que se despojó de todo, que se hizo pobre para enriquecernos. Así vino a habitar entre nosotros y a curar nuestra humanidad herida”.
En esta línea, el Santo Padre explicó que “es hermosa una Iglesia humilde que no se separa del mundo y no mira la vida con desapego, sino que la habita desde dentro” por lo que pidió “compartir, caminar juntos, acoger las preguntas y las expectativas de la gente. Esto nos ayuda a salir de la autorreferencialidad”.
“¡El centro de la Iglesia no es la Iglesia! Salgamos de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por nuestras estructuras, por cómo nos mira la sociedad. Y eso al final nos llevará a una ‘teología del maquillaje’, cómo nos maquillamos mejor”, advirtió.
Por ello, el Papa recordó la importancia de la libertad porque “sin libertad no hay verdadera humanidad, porque el ser humano ha sido creado libre para ser libre” y reconoció que “la libertad no es una conquista automática, que permanece igual una vez para siempre. La libertad siempre es un camino, a veces fatigoso, que hay que renovar continuamente”.
“No basta ser libres exteriormente o en las estructuras de la sociedad para serlo de verdad. La libertad llama a ser responsables de las propias decisiones, a discernir, a llevar adelante los procesos de la vida en primera persona. Y esto es arduo y nos da miedo”, reconoció.
En este sentido, el Santo Padre alertó que “a veces es más cómodo no dejarse provocar por las situaciones concretas y seguir adelante repitiendo el pasado, sin poner nuestro corazón, sin el riesgo de la decisión” y recordó la tentación del pueblo de Israel en el que parecía que era “mejor algunas cebollas que la fatiga y el riesgo de la libertad” por lo que reconoció que “en la vida espiritual y eclesial existe la tentación de buscar una falsa paz que nos deja tranquilos, en vez del fuego del Evangelio que nos inquieta y nos transforma”
“Mejor arrastrar la vida haciendo lo que otros -quizá la masa o la opinión pública-, o con las cosas que nos venden los medios de comunicación, que ellos deciden por nosotros. Esto no va, hoy, muchas veces, hacemos las cosas que los medios de comunicación deciden por nosotros y se pierde la libertad”, alertó el Papa.
De este modo, el Santo Padre pidió “no tengan miedo de formar a las personas en una relación madura y libre con Dios. Lo importante es esta relación. Esto quizá nos dará la impresión de no poder controlarlo todo, de perder fuerza y autoridad; pero la Iglesia de Cristo no quiere dominar las conciencias y ocupar los espacios, quiere ser una ‘fuente’ de esperanza en la vida de las personas. Es un riesgo, un desafío”.
“Lo digo sobre todo a los Pastores: ustedes ejercitan el ministerio en un país en el que muchas cosas han cambiado rápidamente y muchos procesos democráticos se han iniciado, pero la libertad todavía es frágil. Lo es sobre todo en el corazón y en la mente de las personas. Por eso los animo a hacerlas crecer libres de una religiosidad rígida. Que ninguno se sienta presionado”, exhortó el Papa.
Después, el Papa subrayó la importancia de la creatividad y puso como ejemplo los santos Cirilo y Metodio quienes “nos enseñan que la evangelización no es nunca una simple repetición del pasado”.
“La alegría del Evangelio siempre es Cristo, pero las sendas para que esta buena noticia pueda abrirse camino en el tiempo y en la historia son diversas”, afirmó.
De este modo, el Santo Padre afirmó que Cirilo y Metodio “se convirtieron en apóstoles de la inculturación de la fe porque “fueron inventores de nuevos lenguajes para transmitir el Evangelio, fueron creativos en la traducción del mensaje cristiano, estuvieron tan cerca de la historia de los pueblos que encontraban, que hasta llegaron a hablar su lengua y asimilar su cultura”.
“¿No necesita esto Eslovaquia también hoy? ¿No es esta quizá la tarea más urgente de la Iglesia en los pueblos de Europa: encontrar nuevos “alfabetos” para anunciar la fe?”, cuestionó.
Así, el Santo Padre alertó sobre “la ideología que nace de la tentación de uniformar” y recordó que “la evangelización es un proceso de inculturación, es semilla fecunda de novedad, es la novedad del Espíritu que renueva todas las cosas”.
“El agricultor siempre, que es Jesús, luego va a casa y duerme, no se levanta para ver si crece, si germina, no, es Dios que da el crecimiento. No controlen demasiado, en este sentido, la vida, dejen que la vida crezca, como hicieron Cirilo y Metodio. Nosotros sembramos bien y cuidamos como padres, eso sí. El agricultor cuida, pero no va allí todos los días para ver cómo crece, si hace esto, mata la planta”, indicó.
Luego, tras aconsejar la libertad y la creatividad, el Santo Padre señaló la importancia del diálogo, de “una Iglesia que sabe dialogar con el mundo, con el que confiesa a Cristo sin que sea ‘de los nuestros’, con el que vive la fatiga de una búsqueda religiosa, también con el que no cree. No es selectiva de un grupito, no, el diálogo es con todos, con los creyentes que llevan adelante la santidad, con los tibios y con los no creyentes. Habla con todos”.
“Es una Iglesia que, siguiendo el ejemplo de Cirilo y Metodio, reúne y mantiene unido el Oriente y el Occidente, tradiciones y sensibilidades diversas. Una comunidad que, anunciando el Evangelio del amor, hace brotar la comunión, la amistad y el diálogo entre los creyentes, entre las diferentes confesiones cristianas y entre los pueblos”, añadió.
Por ello, el Papa citó el proverbio eslovaco “a quien te tire una piedra, tú regálale un pan” para señalar que “esto nos inspira. ¡Esto es muy evangélico! Es la invitación de Jesús a romper el círculo vicioso y destructivo de la violencia, poniendo la otra mejilla a quien nos golpea, para vencer el mal con el bien”.
Testimonio de Cardenal encarcelado
Por último, en medio de aplausos, el Santo Padre destacó la historia del Cardenal Ján Chryzostom Korec, quien fue “un cardenal jesuita, perseguido por el régimen, encarcelado, obligado a trabajar duramente hasta que se enfermó”, que cuando visitó Roma para el Jubileo del año 2000 “fue a las catacumbas y encendió una vela por sus perseguidores, pidiendo misericordia para ellos” y agregó que “¡este es el Evangelio! Crece en la vida y en la historia por medio del amor humilde, a través del paciente”.
“Queridos y queridas, agradezco a Dios estar entre ustedes, y les agradezco de corazón a ustedes por todo lo que hacen y por lo que son y por lo que harán inspirándose en esta homilía, que es una semilla que yo estoy sembrando, veamos si crecen las plantas. Les deseo que continúen su camino en la libertad del Evangelio, en la creatividad de la fe y en el diálogo que brota de la misericordia de Dios, que nos ha hecho hermanos y hermanas, y que nos llama a ser artesanos de paz y de concordia. Los bendigo de corazón. Y, por favor, recen por mí. ¡Gracias!”, concluyó el Papa.
Después de impartir la bendición, el Papa saludó personalmente a cada uno de los obispos presentes y conversó con ellos con la ayuda de un sacerdote intérprete. Al finalizar, se tomó una foto de grupo con todos los prelados.
Luego saludó a algunos más de los asistentes, de quienes recibió regalos.
Mientras salía de la catedral entre aplausos y música, el Papa se detuvo a saludar y bendecir a sacerdotes, religiosas y fieles laicos que se colocaron en el corredor central de la catedral.
Al salir de la Catedral de San Martín, numerosas personas esperaban al Santo Padre en el exterior con aplausos y ovaciones. El Papa caminando, antes de subir al coche para marcharse, se acercó hacia ellos y se detuvo a saludar a muchos de ellos.
Fuente: ACI Prensa