Eduardo Casas
“Te doy gracias Señor por tantas maravillas. Admirables son tus obras. Yo no estaba para Ti oculto cuando era formado en el secreto y entretejido desde lo profundo de la tierra. Tus ojos veían todos mis días, ya estaban escritos en tu libro y contados antes que llegase el primero. ¡Tus pensamientos, Dios, me sobrepasan, ¡qué impresionante es su conjunto!”
Salmo 139,14-17.
“Antes de formarte en el seno materno, Yo te había ya escogido; antes de que nacieras, ya te había yo consagrado”.
Del libro del profeta Jeremías 1,5.
Una vez más en la dividida y herida sociedad argentina estamos, en el contexto de la emergencia sanitaria (entre todas las otras emergencias que padece nuestro país), lamentablemente sumidos, una vez más, en un profundo debate confrontativo en torno al proyecto de ley de suspensión voluntaria del embarazo.
Las palabras tienen, en este debate, una carga de intencionalidad político-ideológica importante. Hay muchas expresiones que suenan “políticamente correctas” y que, sin embargo, para un creyente o simplemente para una persona de buena voluntad defensora de toda vida y de todas las vidas son eufemismos que encubren la realidad de la muerte arbitraria, impuesta y violencia sobre una persona indefensa y su derecho primordial a la existencia.
El aborto no es un derecho de nadie. Hay que decirlo crudamente sin “maquillajes”. El aborto es pena de muerte sobre un inocente que no tiene, ni la más mínima posibilidad de autoprotegerse. Es asesinato y es homicidio flagrante. Es la imposición de la cultura de la muerte con un barniz de legalidad en favor de los derechos de la mujer madre en el ejercicio del dominio de su propio cuerpo de manera absoluta. Nadie tiene un derecho absoluto sobre la propia vida y sobre la vida de otro; sobre su propio cuerpo y sobre el cuerpo de otro. De lo contrario estaríamos propiciando cualquier ejercicio de violencia y de maltrato sobre otra persona y su propio cuerpo. Nos horrorizan los femicidios y, contradictoriamente, muchos en la sociedad actual están en favor del aborto.
La pretendida intencionalidad legal de la ley aborto se basa (más que en argumentos sustentados científica y éticamente) en una militancia ideológico-política que encuentra en los nuevos fundamentalismos (como el feminismo radicalizado y las ideologías de género extremas) una pseudo base axiológica de argumentos sociales, sanitarios y legales inconsistentes. Supuestamente, intentando proteger el derecho del adulto que decide (en este caso la madre y la complicidad del entorno; ya sea entorno familiar, de amistad o profesional) se desampara el derecho del niño gestado que no puede ejercer su autonomía existencial y legal.
Los argumentos pseudo científicos y racionales acerca de cuándo y cómo comienza la vida y la constitución de la identidad del sujeto como persona, minus valorizan ridiculizando los datos de la fe y los datos de la razón iluminada por la fe y los valores éticos humanos universales.
Hay verdades que aparecen en la revelación de la Palabra de Dios que, para un creyente, son siempre normativos: el ser persona, imagen y semejanza de Dios, portador de la vida y de una identidad personal desde el primer instante de la concepción siendo sujeto de dignidad, de amor y de derechos, constituyéndonos en creatura de Dios, hijo de Dios y prójimo de todos los seres humanos, siendo únicos, originales y singulares en nuestra propia individualidad y teniendo una misión particular en la vida encomendada por el mismo Dios en favor de los demás.
Estas son algunas verdades fundamentales que aparecen en la Palabra de Dios y que inspiran el posicionamiento creyente en estos debates.
El texto “Docentes por el aborto legal: el derecho al aborto como contenido la Educación Sexual Integral” firmado por la Red de docentes por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito (noviembre 2020) en uno de sus párrafos afirma que “el contenido curricular sobre aborto debe ser enseñado como un derecho de las mujeres y personas gestantes, a través de contenidos científicos, laicos, confiables, actualizados y con perspectiva de género que puedan fortalecer su autonomía. Deben incluirse los contenidos respectivos en el currículo de todos los niveles educativos, independientemente de la modalidad, entorno o ámbito de las instituciones educativas, sean estas de gestión pública estatal, privada o social, lo que deberá hacerse efectivo en todo el territorio nacional a partir del ciclo lectivo inmediatamente posterior a la entrada en vigencia de la presente ley”. Estas políticas deberán “además capacitar en servicio sobre perspectiva de género y diversidad sexual a todos los docentes a fin de brindar atención contención y seguimientos adecuados a quienes deseen realizar un aborto”.
El posicionamiento imperativo de este texto ciertamente es abusivo. No puede regir el Ideario y el Proyecto Educativo de una institución pública de gestión privada confesional. Así como a nivel personal nadie está obligado a obrar en contra de su conciencia; de manera análoga sucede en la autonomía institucional. Ningún establecimiento puede estar obligado curricularmente a propiciar un contenido imperado con una clara orientación militante e ideológica contraria a su convicción moral, a su Ideario, a su Proyecto Educativo y a la profesión publica de su credo.
Las escuelas creyentes deben pensar estrategias frente a estas propuestas. Es preciso diseñar estrategias pastorales para la concientización de la defensa de la vida (formación docente; oración comunitaria de jóvenes; comunicación de información y formación a las familias sobre el valor de la vida, acciones solidarias en favor de toda vida y de todas las vidas, etc.) y las estrategias curriculares (realizar el diálogo interdisciplinar del currículum abordando los contenidos relacionados a la vida, a la antropología cristiana, a los valores éticos humanos y los valores propiciados por la fe).
Como comunidad creyente, pidamos a María, la Madre de todos los vivientes que, en este tiempo del Adviento en el cual recordamos que ella que concibió, gestó y dio a luz al Hijo de Dios hecho hombre, proteja al pueblo argentino e interceda por sus gobernantes, legisladores y ciudadanos para que el Dios de la vida nos ilumine y seamos siempre portadores de Buenas Nuevas en favor de la vida y de todas las vidas.
No dejemos de aportar como creyentes, como familias y como instituciones educativas, de concientizar y de rezar en estos momentos tan apremiantes de nuestro pueblo y sus debates. Que la próxima celebración de la Navidad nos posibilite discernir, con la sabiduría de Dios, en favor del bien de todos, especialmente de los más vulnerables y descubrir el valor inestable de la vida humana que quiso ser asumida por el mismo Hijo de Dios para salvarnos a todos.