El nivel inicial también se ve complicado por la pandemia. Un ciclo vital para niñas y niños, que marca sus vidas “hacia adelante”. El rol de los padres como “jardineros temporarios”.
El 28 de mayo fue el día de los docentes de nivel inicial y de jardines de infantes, en memoria de Rosario Vera Peñaloza, fallecida el 28 de mayo de 1958. Fue una docente riojana apasionada, que dedicó su vida a la educación preescolar.
Dijo el autor estadounidense Robert Lee Fulghum: “Todo lo que necesitaba aprender lo hice en el jardín de infantes”.
Y va su decálogo: Compártelo todo; juega limpio; no le pegues a la gente; vuelve a poner las cosas donde las encontraste; limpia siempre lo que ensucias; lávate las manos antes de comer; pide perdón cuando lastimes a alguien; vive una vida equilibrada; dibuja, pinta, canta, baila, juega y trabaja cada día un poco; permanece atento a lo maravilloso; cuando salgas al mundo, ten cuidado.
La lista sería interminable, pero era ahí, en los primeros aprendizajes sistemáticos (después de los fundantes de la escena familiar) en el arenero, en la salita de colores y en el patio, donde estaban las reglas de oro de la vida en sociedad. Cualquiera de estos ítems llevado a nuestra vida personal, al trabajo, a los referentes políticos, se mantienen firmes y nos invitan a pensar.
ARENA ENTRE LAS MANOS
¿Y por qué del arenero al mundo?
Es una licencia simbólica para hablar de un pasaje, de un puente entre el nivel inicial y el mundo de aprendizajes y experiencias que le siguen.
En cada juego o intento de juego, se traduce una posición, un momento en la constitución de ese sujeto.
En el arenero podemos ver: a quienes sólo toman la arena y la dejan correr entre sus dedos; quienes sólo llenan y vacían baldecitos; quienes pueden construir caminos, casas o castillos de distinta complejidad; quienes tiran arena a sus compañeros.
FUNCIÓN PREVENTIVA, CLAVE
Por eso, los docentes de nivel inicial tienen una función preventiva. Cuando el niño ingresa al nivel inicial, su viaje de constitución subjetiva ya se ha iniciado. Los años fundantes ya están escritos, pero por tratarse de niños, la historia se sigue escribiendo y el docente puede escribir páginas con otros textos, otros colores, si lo que viene es muy oscuro.
Ellos y ellas muestran con singular transparencia las perturbaciones en los vínculos familiares, a través de trastornos o síntomas que comprometen la relación, la expresión, la comunicación. También evidencian cómo ha sido el proceso de estimulación (desde el amor) y de puesta de límites (hábitos, aceptación de reglas de convivencia).
Con una mirada y una escucha particular, pueden instalar preguntas en el niño, en sus padres, en los docentes anteriores y en el equipo técnico.
No se trata de hacer diagnósticos (no es su función) sino de detectar señales para hacer la derivación pertinente, a sabiendas de que mientras más temprana es la intervención, más eficaz es la terapéutica necesaria para sacar a niños de posiciones donde el aprender y el convivir están en riesgo.
EN PANDEMIA, COMPLICADOS
Durante la pandemia, el nivel inicial es quizá el nivel más perjudicado. Tenían que salir del hogar, construir la idea de escuela, constituirse como alumnos, y jugando, pintando, hablando con otros, aprender lo fundamental de la vida. Y eso es muy difícil desde lo virtual o desde las burbujas intermitentes.
De ahí la importancia de guiar a los padres para que, como “jardineros temporarios”, se dispongan al juego, faciliten momentos de expresión artística y lingüística y relaten cuentos. Ofrecer más pantallas es muy tentador, pero no lo deseable.
Cuando esta pandemia termine, volverá el jardín con toda su fuerza, para seguir sembrando, cuidando y viendo florecer infancias saludables y amorosamente contenidas.
Fuente: La Voz