Eduardo Casas
Se humaniza y se evangeliza la cultura en la medida en que somos parte de la cultura que humanizamos y evangelizamos, siendo hacedores y protagonistas. No se debe estar ajeno a los procesos culturales de la realidad, sino que hay que estar involucrados en diálogo con la diversidad. A partir de la cultura particular en la que estamos insertos, nos abrimos también a la pluralidad de otras culturas.
La fe es praxis de instancia crítica y transformadora desde dentro de la cultura posibilitando así un diálogo conciliador y esperanzado de la realidad a partir del Evangelio.
La síntesis que postula la humanización y la evangelización del currículo (fe, ciencia, cultura y vida) se realiza a partir del encuentro y del diálogo que se hace desde el interior de la fe, desde el interior de la cultura, y desde los presupuestos de las ciencias y de las disciplinas que se enseñan a partir de la urdimbre interdisciplinar del currículo académico.
Esta humanización y evangelización curricular a veces se da de manera informal y personal por parte del docente que tiene una síntesis ya realizada; y en otras ocasiones se hace de una manera sistémica, organizada, planificada y metodológicamente realizada, a nivel institucional, permeando todo el entretejido curricular, constituyéndose así en una praxis y en un proceso pedagógico y pastoral conjunta y simultáneamente.
El encuentro y el diálogo entre los saberes escolares y la fe, en una escuela creyente, no es algo “externo” a los contenidos, sino que nace fundamentalmente de los principios antropológicos del Evangelio, en diálogo crítico con los principios antropológicos de las ciencias y de las disciplinas académicas.
La interdisciplina -diálogo de diversos campos de saber y de interacción encontrando problemáticas comunes con una misma intención pedagógica- está en descubrir la trama oculta y la trama explícita en donde todos los saberes escolares se encuentren íntimamente relacionadas, ya que existe una transversalidad en los contenidos que deben fortalecer los procesos de enseñanza y de aprendizaje para adquirir competencias en el saber, en saber ser, en el saber hacer y en el saber relacionarse.
La interdisciplina es un proceso que ayuda y capacita desde el saber escolar preparando para solucionar conflictos, comunicarse, cotejar aportaciones, integrar datos, buscar marcos integradores que aprovechen la diversidad de saberes para construir proyectos que facilitan el aprendizaje de los alumnos. Hay que aprovechar la capacidad de diversidad de saberes, de ampliar las redes de comunicación en la propia escuela, de aprender a enseñar y enseñar a aprender desde una visión colaborativa, compartiendo saberes desde los procesos curriculares y potenciando mejores interacciones pedagógicas.
El currículo en clave humanizadora, evangelizadora e interdisciplinar incide directamente en la formación integral para la vida y para el testimonio de una fe transformadora.
El currículo humanizado y evangelizado posibilita un enfoque integral de la persona en todas sus dimensiones (física, intelectual, social, emocional, espiritual, ética y pastoral) formando ciudadanos socialmente responsables y creyentes de opciones personales y comunitarias de manera coherente y testimonial.
La interdisciplina, en el currículo de una escuela creyente, se sostiene en principios teológicos, antropológicos y epistemológicos posibilitando el diálogo con la fe en apertura con la realidad y con el saber escolar a partir del principio cristológico en donde el misterio de Dios que, en Jesús, se revela en su abajamiento y en su apertura al mundo.
El Dios Encarnado es la imagen del Dios que, viviendo en el tiempo, en el espacio, en los vínculos y en una cultura humana concreta, asume la experiencia humana, incluyendo su búsqueda de la verdad.
En Jesús, Maestro de la sabiduría cristiana, “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col 2,3), no porque -de suyo- el hombre Jesús haya acumulado todo el saber humano, ya que Él, como cualquier ser humano, “crecía en sabiduría” (Lc 2,52) y en conocimientos humanos concretos, sino porque en Él radica todo lo que se necesita para el conocimiento que posibilita la salvación. La revelación culmina en Jesús, en Él se encuentran los sentidos existenciales fundamentales que dan respuesta a los interrogantes de la condición humana, ya que “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22. Constitución Pastoral Gaudium et Spes. Concilio Vaticano II. 07.12-1965).