La institución distinguida es la Escuela Técnica N°8 Paula Albarracín de Sarmiento, un secundario público de jornada simple ubicado en el barrio Parque Avellaneda, de la ciudad de Buenos Aires.
Nominada entre las diez más destacadas en su rubro junto a colegios de Palestina, Filipinas, Canadá, Emiratos Árabes, Indonesia, Colombia, Suiza y Grecia, en la página destacaron un proyecto de la escuela porteña vinculado al Olimpo, espacio que fue un centro clandestino de detención durante la última dictadura militar y está ubicado cerca de la institución educativa.
“La escuela está recuperando este sitio que alguna vez fue del terror y lo vuelve a conectar con la comunidad, creando vida donde antes solo había muerte, a través de un jardín comunitario y un monumento que cuenta las historias de las víctimas”, destacaron.
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Desde el gobierno porteño detallaron que el jardín comunitario comenzó en 2015 con la elaboración de una huerta urbana. Docentes y estudiantes trabajaron en equipo para dar forma a distintas propuestas ambientales. Entre sus iniciativas más destacadas, se encuentra la construcción de una red de escuelas para compartir conocimientos y herramientas sobre acuaponia e hidroponia, lo que incluye la elaboración de insumos para donar a otros establecimientos.
“La mayoría de sus estudiantes llegan desde entornos de bajos recursos y viven en barrios donde tienen un deficiente acceso a agua potable limpia, comida saludable y calefacción”, señalaron en el sitio oficial del premio. La institución ayudó a abordar algunas de estas problemáticas a través del Programa Escuelas Verdes, impulsado por el Ministerio de Educación de la Ciudad. La escuela es una de las 267 reconocidas por el gobierno porteño a través de esa iniciativa, que multiplica propuestas ambientales.
“Liderando el trabajo a través de una red de escuelas de la comunidad, desarrolló proyectos para estudiar los beneficios nutricionales y ambientales de cocinas y hornos solares. Implementó un jardín comunitario y, en 2017, los estudiantes de química comenzaron a hacer sus propios nutrientes hidropónicos que transformaron a la escuela en proveedora de más de otros 50 colegios e instituciones comunitarias, para contribuir así al desarrollo de diferentes jardines comunitarios en pequeños lugares de la Ciudad. Un año después, los estudiantes desarrollaron cultivos acuapónicos como una alternativa para la agricultura ecológica”, se destaca en la página oficial.