En el marco del tercer Encuentro Nacional de Familias por la Educación, Ámbito dialogó con especialistas en educación para hablar sobre el vínculo de los padres y la escuela. Cuáles son los desafíos para el aprendizaje en la salida de la pandemia.
Se dice que la pandemia es una gran oportunidad para lograr cambios, que permite profundizar sobre asuntos que antes no tenían tanta visibilidad y que además llevó a incorporar nuevos temas en la agenda de debate público. La educación es, sin dudas, uno de los espacios que tuvo mayor protagonismo en estos dos años y el rol de los padres y la familia en la trayectoria educativa de los alumnos, se convirtió en un eje clave de los tiempos que corren.
Durante el aislamiento, las casas se convirtieron en “las nuevas escuelas”, por las medidas sanitarias impuestas. En ese sentido, los padres adoptaron nuevos roles, reafirmaron otros y advirtieron inquietudes y dudas, en el proceso de aprendizaje de los hijos. Este tema, que contiene un corpus amplio y variado, se debatirá en el Tercer Encuentro Nacional de Familias por la Educación (ENFE 2022), del 30 de septiembre al 2 de octubre próximos, en el Centro Cultural Fontanarrosa de la ciudad de Rosario.
La relación de las familias con las instituciones educativas han virado como consecuencia del impacto de la pandemia. En ese proceso, surgen desafíos que darán lugar al debate, tanto desde el sector académico, de los docentes y los padres. Para ellos, Ámbito consultó a referentes en la materia para saber qué pasa en ese vínculo padres-escuela, cuáles son los nuevos paradigmas en el aprendizaje, el acompañamiento de la tecnología y los modos “híbridos” de enseñanza presencial y virtual, entre otros aspectos.
Reincorporar alumnos a la escuela y reinsertarlos en el aula
Es uno de los desafíos que presenta mayor complejidades, puesto que depende de muchas variables, ante la heterogeneidad de realidades socioeconómicas como geográficas y locales de cada comunidad educativa en el país. “Tenemos que pensar cómo fortalecer la alianza escuela-familia, qué espera cada uno del otro”, reflexiona Belén De Gennaro, directora de Movilización Social del Observatorio Argentinos por la Educación.
Según De Gennaro, “de cada 100 estudiantes que comienzan el primer grado, tan solo 16 terminan la secundaria con el nivel de conocimientos deseables”, lo cual denota que además de volver a insertar a los chicos en la educación, hay otro tema urgente referido a los modos de aprendizaje y los contenidos.
“Queremos que vuelvan, queremos que terminen, pero no con estos resultados”, advirtió por su parte Irene Kit, quien es pedagoga y presidenta de la Asociación Civíl Educación para Todos. Será una de las participantes del panel del encuentro en Rosario, con participación libre y gratuita.
En ese sentido, la cooperadora escolar juega un papel muy importante, ya que “no está solo para ver si hay que arreglar algo en el edificio, también puede hacer propuestas sobre los proyectos educativos de la institución, debe ver cuáles son las temáticas y las problemáticas”, explicó Alberto Croce, quien es director de Articulación con la Sociedad Civíl, del Ministerio de Educación.
Por lo tanto, para Croce, “las familias, mediante las cooperadoras, tuvieron un rol esencial en pandemia de revincular a los chicos, con participación activa en los barrios, con docentes ayudando ”, agregó.
Procesos de aprendizaje
Este tema es de mayor peso entre los tantos que se debaten respecto a la educación de los chicos. La escuela virtual, como modo de enseñanza en pandemia, hizo que los padres tomaran mayor noción no solamente de los contenidos, sino de los métodos y formas de aprendizaje y, por supuesto, que el alumno incorpore de forma deseable en cantidad y calidad el conocimiento.
“Los padres comenzaron a detenerse a analizar cómo es el proceso de aprendizaje”, afirmó De Gennaro. Aclaró que si bien “las familias no son expertas en educación, ya que se debe reconocer el expertise de quienes se han formado como docentes y académicos”, es necesario “propiciar espacios para que todos puedan intercambiar inquietudes, propósitos y expectativas”.
Desde ya que el rol de los padres no va a reemplazar al rol del docente, en lo que respecta a la enseñanza y la pedagogía. Sin embargo, el desafío es ver qué aporte puede hacer la familia, además de los “valores”, en ese camino del aprendizaje. “Es importante ver qué cosas solo puede dar la familia y que no necesariamente pasan por los contenidos cognitivos”, destaca Kit, al mismo tiempo que remarcó que “el sistema educativo sigue centrado en un abordaje muy contenidista (referido a los contenidos) del aprendizaje”, y se debe aprovechar más y mejor el tiempo, “el verdadero recurso no renovable”, sentenció.
En ese sentido, Croce recalcó la centralidad del “Acompañamiento de las trayectorias de aprendizaje”, algo que la pandemia “hizo que se volviera en un eje fundamental de las campañas de educación en todo el país”, señaló. El foco de gran parte del debate del vínculo escuela-familias pasa por ese seguimiento, “algo que antes de la pandemia era cuestionado, hoy es un tema de consenso general”, aseguró.
Cómo compatibilizar enseñanza presencial y virtual
Las herramientas y atajos que ofrece la tecnología son un gran avance, por lo tanto es un aliado de los educadores. No obstante, hay puntos de conflicto sobre cómo influye este nuevo esquema “híbrido” donde hay un mix de presencialidad clásica en el aula y los nuevos modos de enseñanza virtual (Zoom, Meet, aplicaciones, internet, etc.), al que también debe readaptarse en propio sistema educativo y la formación de sus docentes.
“Los hogares no estaban preparados, las familias no tenían las herramientas y la adaptación se dio de la mejor manera posible”, resaltó Belén De Gennaro, como un punto central que justamente disparó aún más las inquietudes y la participación de los padres, para saber qué y cómo aprenden los chicos.
Irene Kit distingue un punto esencial entre lo presencial y lo virtual, dos experiencias complementarias, donde la situación del aula sigue siendo lo trascendental en este momento de regreso a la habitualidad de antes de la pandemia. “La experiencia escolar nos da una experiencia de convivencia sostenida que no es el grupo de afinidad, con una dinámica en las relaciones interpersonales propia”, explicó. Es decir, no es lo mismo un grupo de amigos, de familia o de fútbol, donde hay un interés común (más allá de las diferencias particulares de cada individuo).
Esta experiencia en el aula, es “muy similar a los grupos de trabajo, ya que uno no elige con quien estará”, remarcó, dado que “los docentes ven a los chicos de una forma que nosotros, como familia, no los podemos ver”. De ese modo, la experiencia del aula sigue siendo lo esencial, casi sagrado, ante la naturaleza propia de las personas como seres sociales.
Por eso, argumenta Kit, la situación “híbrida” de presencialidad y virtualidad requiere “ver la mejor forma de cómo aplicar la tecnología, y desarrollar capacidades analíticas y reflexivas” de cada chico, donde es posible aplicar un proceso inverso por el cual “el acceso a los contenidos se puede hacer desde el hogar”, mientras que en el aula, “el docente o experto en contenidos puede construir un saber articulado” de la mano de aquello que el alumno adquirió.
El rol de la comunidad educativa
Se entiende a comunidad educativa como la suma de actores que rodean al espacio de la escuela. El barrio, las cooperadoras o asociaciones de padres, clubes, entre otros, son lugares que complementan la centralidad de la institución de enseñanza.
“El espacio institucional de la comunidad está, existe, y hay que potenciarlo”, apuntó Alberto Croce, y remarcó que “la ley promueve esto”, es decir, que el marco legal o formal está ahí y debe ser aprovechado mucho más, de acuerdo a la situación de cada lugar, ya que Argentina tiene realidades muy heterogéneas.
“En líneas generales, desde las escuelas hay una mirada favorable para la participación de las familias y desde las familias un poco más de cabeza, de jugar más en el mundo educativo”, enfatizó el director de Articulación con la Sociedad Civil. La pandemia, analizó, “mejoró esta situación, aunque se verá cuánto con el correr del tiempo”, afirmó.
Desarrollo de habilidades para el futuro
El aprendizaje es clave, puesto que se trata de la incorporación de conocimientos y experiencias del niño para el futuro, cuando deba competir en un mercado laboral, el cual le requerirá ciertos estándares y niveles de habilidades. “Los resultados de las Pruebas Aprender, realizados en pospandemia, demostraron dificultades en los aprendizajes, con caída de 19 puntos en Lengua y de 3 puntos en Matemática”, detalla De Gennaro.
Allí radica la importancia de las inquietudes de los padres, que motorizan reclamos y visibilizan problemáticas. “Esto fomenta que la educación sea un tema de agenda púbica, un tema prioritario en la elaboración de políticas públicas”, agregó.
“Como familias dedicamos el tiempo durante meses y años, mientras los chicos están en una institución”, sostiene Kit, ya que “hemos visto cierta intrascendencia en actividades”, que no suman mucho al interés y desarrollo cognitivo del alumno. Por eso la especialista resalta el concepto del tiempo en el ámbito del aprendizaje.
“Debemos tratar de encontrar la forma para que a lo largo del año el interés de los chicos tenga un momento de reconocimiento”, sostiene, como un esquema que posibilite potenciar aquellas fortalezas y habilidades del alumno, para que permitan desarrollar más y mejores aptitudes del niño.
Se trata de que “ese interés sea con el apoyo de las herramientas de conocimiento como lectura, escritura, etc.”, explicó, para que el alumno no solamente incorpore conocimientos nuevos y básicos del programa curricular de estudios, sino que además se trabaje sobre la potencialidad de cada individuo, para establecer qué área o tema debe tener rodaje para desarrollar los “skills” de la persona que, en un futuro, deberá competir en un mercado laboral contra otros pares.
Por su parte, Croce reconoce las ventajas de la tecnología en ese proceso y remarcó que “tenemos que ir descubriendo distintas formas” de llevar a cabo ese proceso, por lo que el aporte de miradas y nuevas formas, en el marco de la educación del siglo XXI, es algo necesario, aunque debe haber cierta cautela al momento de adoptar estos modelos, evitando conclusiones rápidas sin un análisis del estado de situación.