Eduardo Casas
La fe dialoga con la ciencia a partir de una mediación científica que la misma fe reconoce para poder ser pensada críticamente: la teología. Es por medio de la ciencia de la teología -y a través de ella- con sus diferentes y respectivas disciplinas que las demás ciencias interdialogan con la fe.
Las ciencias dialogan con la teología (o “las teologías” debido al pluralismo teológico que existe) como se dialoga con otra ciencia, un par que está en el mismo estatuto epistemológico capaz de generar un encuentro y un diálogo en la verdad.
En la humanización y en la evangelización del currículo, el saber escolar -los contenidos de las diversas ciencias cuyos conocimientos adaptados pedagógica y didácticamente se transmiten en los procesos de enseñanza y de aprendizaje- dialoga con la fe a partir del saber de la teología, ciencia de los contenidos de la fe.
Al hablar de “ciencia” -en el caso de la teología- se afirma un determinado estatuto critico-epistemológico, un método propio de investigación, una manera particular de producir conocimiento y una sistematización especial de los contenidos.
En este diálogo -entre saber escolar y saber de la fe mediado por las ciencias y la teología- es preciso trabajar de una manera interdisciplinar, sin separar la fe de la razón y la razón de la fe.
Para que el encuentro dialogal -desde el saber escolar- se dé de manera respetuosa, no se deben primero revisar e interpretar -religiosa y éticamente- los contenidos del currículo, sino detectar -a partir de los núcleos problemáticos que postula cada ciencia y cada disciplina- los posibles desafíos que interpelen a un diálogo.
Las conexiones temáticas de la progresividad del saber escolar son susceptibles de construir un diseño de puentes interdisciplinares, en donde la fe transversalice otorgando el sentido fundamental de la lectura y de la interpretación de los contenidos curriculares y de las prácticas institucionales.
Es preciso cambiar de dirección y de enfoque en el diálogo intra e interdisciplinar. No es recomendable empezar por los contenidos de la fe, los valores del Evangelio y las propuestas del Magisterio de la Iglesia, especialmente de la doctrina social de la Iglesia, sino que hay que comenzar por los núcleos problemáticos que presenta cada ciencia y -a partir de allí- considerar los nudos o temáticas nodales que permitan entrar en diálogo con la fe desde un punto de vista epistemológico, antropológico, social, ético y existencial fundamentalmente.
La primacía de la fe -en una escuela creyente- no implica que deba iniciarse este encuentro interdisciplinar, necesariamente, por los postulados de la fe, sino desde los planteos de las diversas ciencias y disciplinas escolares que, con sus preguntas críticas, desafían la criticidad del pensamiento y de las respuestas de fe.
Este diálogo no siempre es fácil. Históricamente la fe (y su ciencia, la teología) junto con las diversas ciencias y disciplinas humanas, han pasado por diversas etapas de relación. Los prejuicios religiosos y los prejuicios científicos han condicionado el diálogo, generando un vínculo históricamente, muchas veces, conflictivo.
El diálogo interdisciplinar entre la fe/teología y el saber humano intenta, en la actualidad, reparar la historia de relación, a veces ríspida, entre fe y ciencia. Se sabe que este vínculo no siempre ha sido pacífico, respetuoso y capaz de complementar ambas visiones. Ciertamente, a lo largo del tiempo, han existido diversos paradigmas en la relación fe y ciencia: relación de oposición; de separación; de hostilidad y enfrentamiento; de “fronteras difusas” entre un ámbito y otro. En la actualidad, se construye un paradigma de conciliación, de acercamiento y de diálogo que permita el respeto, la mutua valoración y el intercambio fecundo. Las diferencias entre el saber de la fe y el saber de la ciencia no son para la oposición, sino para la complementación.
La interdisciplina posibilita un intercambio respetuoso que no desnaturaliza ni la fe, ni la teología, ni la ciencia, permitiendo así una mutua riqueza a partir de la pluralidad de abordajes y de problemáticas comunes, donde la fe y la ciencia clarifican posicionamientos epistemológicos y se abren a las mutuas colaboraciones de otras perspectivas sistémicas.