En el Ángelus, el Papa invita a los católicos a discernir sobre cuál es el verdadero motivo por el que cada uno busca a Dios y recuerda que el verdadero amor es desinteresado.
El papa Francisco pidió a los fieles del mundo discernir sobre cuáles son los motivos que los impulsan a buscar a Dios, al asomarse este domingo al balcón del Palacio Apostólico, para rezar el Ángelus junto con los peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.
El pontífice reflexionó sobre el Evangelio del día, según el evangelista Juan, quien muestra el momento en el que una gran multitud de personas en barcas se fueron a buscar a Jesús a Cafarnaúm. No lo buscaban porque hubieran recibido una señal sino porque anteriormente habían vivido el milagro de la multiplicación de los panes, habían comido y se habían saciado. “La gente no había captado el significado de aquel gesto: se había quedado en el milagro externo y en el pan material”, expresó.
El Papa advirtió que lo mismo nos puede pasar a nosotros, por lo que propuso reflexionar sobre los motivos por los que buscamos al Señor. ¿Buscamos a Dios para nuestro propio provecho, para resolver los problemas, para tener gracias a Él lo que no podemos conseguir por nosotros mismos, por interés?, preguntó.
“Si es así -afirmó- la fe se queda en lo superficial y en lo milagroso: buscamos a Dios para que nos alimente y luego nos olvidamos de Él cuando estamos satisfechos” pues “en el centro de esta fe inmadura no está Dios, sino nuestras necesidades”.
En este sentido, el Santo Padre insistió en que el Señor actúa mucho más allá de las expectativas personales y “desea vivir con nosotros ante todo en una relación de amor”, al destacar que “el verdadero amor es desinteresado, es gratuito: ¡no se ama para recibir un favor a cambio!” y subrayar que eso se llama “interés” y es el motivo por el cual tantas veces “en la vida somos interesados”.
Francisco recordó una pregunta que en aquel momento la multitud dirige a Jesús: “¿Qué tenemos que hacer para obrar como quiere Dios?” y consideró que podría traducirse en “¿cómo podemos purificar nuestra búsqueda de Dios?”. “Pues la respuesta es Jesús”, sostuvo.
“No es añadir prácticas religiosas u observar preceptos especiales; es acoger a Jesús en nuestras vidas, vivir una historia de amor con Él”, agregó. De hecho, afirmó, “será Él quien purifique nuestra fe” pues “no podemos hacerlo por nosotros mismos porque hay una relación con Él que va más allá de la lógica del interés y del cálculo”.
Antes de rezar a la Madre del cielo, el Papa insistió en que este discernimiento no solo es respecto a Dios, también hay que discernir en las relaciones humanas y sociales, pues, afirmó, “cuando buscamos sobre todo la satisfacción de nuestras necesidades, corremos el riesgo de utilizar a las personas y explotar las situaciones para nuestros fines. Y una sociedad cuyo centro sean los intereses en lugar de las personas es una sociedad que no genera vida”.
La invitación del Papa es a que “en lugar de preocuparnos sólo por el pan material que nos quita el hambre, acojamos a Jesús como pan de vida y, a partir de nuestra amistad con Él, aprendamos a amarnos entre nosotros. Con gratuidad y sin cálculo”.
“Amor libre sin cálculo, sin utilizar a las personas, con gratuidad, con generosidad, con magnanimidad” concluyó. +
Fuente: AICA