Tal como en el fútbol, la pandemia y el aislamiento social obligatorio nos exigieron gambetear y desmarcarnos para hacer una jugada diferente. El aislamiento obligatorio puso a la escuela en suspenso, no así al vínculo pedagógico entre docentes y estudiantes.
Y, como debemos permanecer en casa, ese vínculo se extendió a las familias; en nuestro auxilio, la escuela presencial se convirtió en una escuela remota mediada por las tecnologías y sus más variados dispositivos, y, para algunos de nuestros estudiantes, persistimos con la tecnología clásica de material en papel, sean fotocopias generadas en las propias escuelas o material producido por el Ministerio de Educación de la Nación.
Por eso creemos que la riqueza de la educación sólo puede ser pensada en el reconocimiento de las coordenadas de este tiempo que nos toca vivir, con sus incertidumbres, con sus desigualdades y, sobre todo, con sus posibilidades.
Es así como hoy el sistema educativo, a través de los docentes, llega a hogares donde muchas familias, además del aislamiento, viven la angustia económica, social y laboral.
Por eso, este tiempo requiere de la responsabilidad de toda la comunidad educativa de no esquivar los problemas que la situación suscita. Y, sobre todo, de un pensamiento colectivo para acercar y tejer otras voces que permitan producir otras ideas y hacer visibles otras acciones que muchas veces no son reconocidas.
En este sentido, queremos destacar el acompañamiento de las familias de nuestros estudiantes, a quienes sólo les pedimos, desde el mejor gesto de “amorosidad”, que estimulen la realización de las propuestas que envían los docentes ordenando un tiempo y un espacio para su realización. Y quizá, si además pueden, aprendan juntos incorporando una pregunta o aportando la experiencia acumulada en su vida. Ese aprendizaje tendrá la fuerza del afecto y de la construcción colectiva que, estamos seguros, dejará marcas imborrables, como tantas que cada uno de nosotros tiene en nuestra historia personal.
Estaremos así reconstruyendo, aun en la distancia, la alianza necesaria entre familia y escuela, esa que es imprescindible cuando hablamos de la educación de niños, niñas y jóvenes, sus hijas e hijos, nuestros estudiantes.
A niños, niñas, jóvenes y adultos estudiantes les pedimos que sean tenaces, persistentes en el aprendizaje que sus docentes les proponen, porque ellos, todos, apuestan a garantizarles el derecho a la mejor educación posible. Y, en estas circunstancias, vale la pena reconocerles el enorme esfuerzo de estar aprendiendo a usar todas las variedades de los soportes tecnológicos, al mismo tiempo que enseñan, preocupados porque el vínculo pedagógico persista aun a la distancia. Porque cada uno de ustedes, con sus singularidades y estilos de aprender, representan los sentidos que impulsaron su elección de ser educadores.
Porque ustedes, estudiantes, tienen una oportunidad histórica de estar viviendo una situación inédita que nos confinó en nuestros hogares, pero a ellos llegan los docentes, con las herramientas que ustedes incorporaron naturalmente, para decirles: “Aquí estamos y queremos que sigan estudiando”. A veces con las mejores propuestas, a veces no tanto, pero con la intención de que comprendan que es en la educación donde adquirirán las mejores herramientas intelectuales, afectivas y sociales para ser ciudadanos críticos, capaces de llevar adelante su proyecto personal y social, más allá de las condiciones socioeconómicas y culturales que hoy les toca atravesar.
Por último, quiero decirles a todos los miembros de la comunidad educativa –supervisores, directivos docentes, estudiantes y familias– que el Ministerio de Educación de la Provincia les da las gracias. Gracias por hacer el esfuerzo de comprender que la tarea de educar consiste, en gran medida, en torcer un rumbo, en salir hacia adelante; en fin, en crecer. Y por eso todos nos animamos a demarcarnos, a hacer una jugada distinta, para sostener la continuidad del vínculo pedagógico, que da cuenta de un mañana, de un futuro esperanzador.
Cuando llegue el tiempo de abrir las escuelas, estamos convencidos de que habremos aprendido otras estrategias y otros modos de enriquecer la propuesta educativa para construir, entre todos, la escuela que soñamos.
Nota: Carolina Berliner, en Contra lo inexorable, plantea que la idea de “desmarcarse” es propuesta por un estudiante del secundario, que homologó su necesidad de cambio con el fútbol: “Profe, es como en el fútbol; cuando uno se desmarca, puede hacer una jugada distinta, pasarle la pelota a un compañero y hasta hacer un gol” .
*Secretaria de Educación de la Provincia