Melina Furman es Bióloga por la Universidad de Buenos Aires, Master y Dra. en Educación por Columbia University, EEUU. Es Investigadora del CONICET y Profesora Asociada de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés.
Participó recientemente de un libro llamado “Pos Pandemia”, recopilando ensayos de varios profesionales y especialistas de varias áreas de las políticas públicas (se puede descargar en https://www.utdt.edu/ver_contenido.php?id_contenido=20366&id_item_menu=32704&fbclid=IwAR0KOlE8FjB9dAqlprNqSrGDzj8fEjBvS1VF3ZdW93oyS6rZoSsAvJx3mFc ).
Desde JAEC, pudimos hablar con ella y preguntarle sobre la nueva educación, la educación en las ciencias y el papel de las nuevas tecnologías.
¿Cuál es el papel de las nuevas tecnologías en la educación de hoy?
El papel de las nuevas tecnologías en la educación desde hace rato viene cobrando fuerzas, pero, naturalmente en esta etapa de educación remota de pandemia cobró mucha más relevancia porque es el canal por el cual alumnos y docentes se comunican, es el canal por el cual se trabaja a distancia, se presentan contenidos, donde los alumnos pueden producir sus trabajos y enviarlos. Es una gran potenciadora del trabajo a distancia.
Obviamente que enseñar con tecnología no necesariamente implica enseñar mejor, quien tiene que tirar/ traccionar del carro es la pedagogía, es decir… uno puede dar una buena clase con o sin tecnología y una mala clase con o sin tecnología. No es la tecnología la que garantiza la buena enseñanza, sino justamente cual es la propuesta pedagógica, que es lo que se hace con esa tecnología y por eso la tecnología simplemente es una plataforma por la cual la enseñanza sucede.
Para usted, ¿cuál es el déficit que está dejando la cuarentena en la educación?
El gran déficit que está dejando la cuarentena en la educación es que hay una buena parte de la población, de familias, de estudiantes, que tuvo un contacto con la escuela de muy baja intensidad o en algunos casos sin conexión con la escuela por muchos meses. Y eso está dejando una secuela muy importante para muchos chicos, chicas, jóvenes y sus familias incluso, de aprendizajes esenciales de este año que no se lograron.
Eso, por un lado. Lo otro que preocupa es la dimensión social de la vida de los chicos y de los adolescentes, en este año no pudieron estar junto con sus pares. Esa dimensión social de la escuela que es tan importante para la niñez y para la adolescencia, la posibilidad de estar con otros, de jugar, de compartir, que este año con la distancia, fue algo que no se pudo dar y que va tener, digo, está teniendo secuelas importantes, consecuencias en la vida y el bienestar de los chicos.
¿Cómo sería la educación ideal de las ciencias?
La educación ideal de las ciencias es una educación en la que los alumnos son protagonistas en la construcción del conocimiento, en la que les enseñemos a hacerse preguntas, a explorar, a observar, a sacar conclusiones, argumentar, a comprender cómo funciona el mundo natural, cuáles son las grandes ideas de la biología, de la física, de la química, de la astronomía, de las ciencias de la tierra, donde los alumnos se convierten en exploradores y también en constructores de nuevas ideas a partir de una guía muy cercana del docente que propone, que repregunta, que los va llevando por una secuencia didáctica coherente, que les permite, lo que llamamos en educación de la ciencia, alfabetizarse científicamente, estar mejor preparados a la hora de participar en el mundo en el cual el conocimiento científico es cada vez más importante.
Desde su perspectiva, ¿cuál es la clave para motivar y acompañar a los chicos en la educación desde la casa?
Creo que la clave, pensando en la familia, es estar, estar cerca, estar disponible. Tratar de armar rutinas donde la tarea de la escuela, el trabajo escolar ocupe una parte del día en la que nosotros adultos podamos estar cerca. Esto varía mucho con la edad de los chicos, pero sobre todo con los chicos más chiquitos es súper importante poder ayudarlos a organizarse, poder armar el espacio, poder ayudarlos a darse cuenta qué les piden las consignas. Hay algo que en la educación llamamos construir el oficio del estudiante, que es algo que antes hacía la escuela y ahora nos toca desde casa. Y también usar las tareas de la escuela a veces, como momento, como pretexto para seguir explorando, para seguir aprendiendo juntos.
Y motivarlos también implica ayudarlos a conectar esos contenidos que propone la escuela con la vida real, con cosas de la vida cotidiana, con lo que les pasa a ellos, tratar de buscar anclajes en esos contenidos en algo que tenga sentido.
¿Cuál es el desafío del pensamiento científico en cada etapa de la vida infantil? ¿Cómo se motiva o desmotiva cada etapa?
En el nivel inicial, el desafío del pensamiento científico es empezar a nutrir ese pensamiento protocientífico, esos rudimentos del pensamiento científico que tenemos en la primera infancia, donde los niños son preguntones, son observadores, son curiosos, ahí es donde tenemos que ir de a poquito formando hábitos del pensamiento más sistemáticos, más robustos, es enseñarles a que puedan observar con un propósito, a que puedan describir lo que van observando, que puedan registrar de distintos modos, que puedan empezar a sacar conclusiones.
A medida que los alumnos se van haciendo más grandes eso se va complejizando. En la primaria además queremos que puedan empezar a hacer preguntas investigables, que puedan pensar hipótesis, que puedan diseñar experiencias o sacar conclusiones de experiencias que les da el docente, que puedan empezar a argumentar. Son todas capacidades que de a poquito se empiezan a trabajar, desde bien pequeños pero que se van haciendo cada vez más complejas el día que los alumnos crecen. Y cuando llegamos a la secundaria todo eso cobra aún más fuerza y se añaden otras, como empezar a trabajar con información más cuantitativa, hacia el fin de la primaria y principios de la secundaria; trabajar con gráficos, poder armar buenos debates con argumentos sólidos, buscando evidencias.
Lo que queremos en suma es un camino que vaya llevando hacia la alfabetización científica. Hacia jóvenes que egresen de la escuela bien preparados para intervenir en el debate público y tomar decisiones incluso personales, de salud, que tengan que ver con lo ambiental, que tengan que ver con cuestiones ciudadanas como el uso de la energía, la producción de alimentos. Un montón de problemáticas ambientales y sociales en las que van a tener que tomar decisiones personales y colectivas para las cuales el conocimiento científico y las habilidades de pensamiento científico son muy, muy importantes.