Los sentimientos van de la alegría por la vuelta, a la adaptación abrupta de otra rutina distinta. Qué sugieren los especialistas.
Este lunes, tras un año y medio de pandemia por coronavirus, vuelve la presencialidad plena a todas las escuelas de Córdoba, en todas las modalidades y niveles. Así lo dispuso la semana pasada el Ministerio de Educación provincial, luego de evaluar la mejora de los indicadores sanitarios y verificar la necesidad de revinculación de los estudiantes con sus profesores y compañeros.
Para habilitar este regreso, la distancia mínima entre estudiantes en las aulas se redujo hasta los 50 centímetros, lo que permitirá que la inmensa mayoría de los alumnos que aún mantenían algún nivel de virtualidad, regresen ahora todos los días a clases.
Desde la cartera educativa adelantaron que desde hoy la norma va a ser la presencialidad plena, aunque podría quedar un grupo reducido de grados y cursos todavía funcionando en modo virtual. “Puede haber apenas un tres por ciento de chicos y chicas que no pueda retornar por falta de espacio físico en los colegios. Eso se sabrá con certeza en el transcurso de la semana, y se evaluarán opciones para resolver cómo adaptar otros espacios para que puedan volver a la presencialidad plena”, analizó una fuente del ministerio.
El nuevo protocolo también prevé que los estudiantes reciban periódicamente barbijos tricapa y que se realicen testeos aleatorios a estudiantes y docentes para advertir eventuales contagios de manera temprana.
IMPACTO ESCOLAR Y FAMILIAR
Aunque casi todo el mundo celebra este regreso a las aulas, lo cierto es que la vuelta a la rutina escolar tendrá un impacto a nivel familiar y social quizá tan significativo como el que implicó la adopción de clases virtuales. Muchos chicos y chicas regresaron a la presencialidad plena hace ya tres semanas, y su experiencia puede servir de ayuda para quienes retoman desde este lunes clases todos los días.
Las familias comenzaron el 2020 adaptándose a la fuerza a una educación remota, donde los padres se convirtieron en una suerte de mediadores entre el docente y sus hijos. Ello trajo un poco de “alivio” a esa modalidad dual que ya todos conocemos: burbujas de pocos alumnos, y funcionando semana de por medio.
Ahora, esos niños que aprendían con los padres y que tenían una “seño” para 15 compañeros, pasan a encontrarse con un curso de 30 o 40 niños o adolescentes, y deben volver a levantarse temprano todos los días.
“Lo que ha sucedido es un cambio de escenario. En este torbellino de sensaciones y tiempos se ha hecho sumamente complejo retomar las actividades de la vida cotidiana. El verdadero deseo estaba en retornar a la ‘normalidad’ y ahora que la normalidad se presenta de nuevo, todo se vuelve difícil y desconcertante”, explicó Jorge Isaac Jalile, psicólogo especialista en educación y coordinador de la Comisión sobre Cuestiones de Familia en el Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Córdoba.
Por su parte, Eugenia García Reyna, psicóloga profesora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), explica: “Las reacciones en esta vuelta a la presencialidad son distintas en cada niño. A nivel general tienen que pasar de un aprendizaje personalizado con un adulto o con una docente con pocos alumnos, a estar con otros, a trabajar la tolerancia, a aceptar que la atención del docente se distribuye en más compañeros, que tienen otros tiempos, otras necesidades”.
Luego, agregó: “Es decir, se suma una dificultad y este tiempo será de adaptación. Algunos deberán trabajar más la autonomía, la independencia”.
Para Jalile, con este nuevo cambio abrupto de rutina en las familias “aparecen nuevas formas de incertidumbres, temores, fobias, desmoralizaciones”, a lo que se suma que todo está enmarcado “en un marco económico muy complicado”.
“Con la pandemia, las logísticas de los papás se han visto totalmente afectadas en términos organizacionales: se preguntan dónde pueden dejar los chicos, se redujeron algunas posibilidades como la de los abuelos que son grupo de riesgo, y esto genera una nerviosidad sistemática en padres y madres “, explicó Jalil.
García Reyna también advierte que en el secundario hay un sentimiento ambivalente. Por un lado la alegría de reencontrarse con todos los y las compañeras, y por el otro la pérdida de esa rutina que a algunos les gustaba: en la semana no presencial se ponían al día con las tareas, estaban con libertad de horarios.
De cualquier forma la alegría de volver predomina en quienes han podido hacerlo en estas últimas semanas: “Lo único que dicen que no les gusta es levantarse temprano”, dice García Reyna.
LA REVALORIZACIÓN DE LA ESCUELA
García Reyna también recordó la importancia del rol de la institución educativa: “La escuela devuelve mayor igualdad de oportunidades a niños, niñas y adolescentes. En sus casas no todos tienen las mismas posibilidades, no todos los padres o madres pueden sentarse a enseñarles y además, no es lo mismo la función docente que la materna”.
“Se nota el avance en el aprendizaje y en la socialización. Se nota en los ánimos, se los ve más conectados entre pares, sobre todo en aquellos que estuvieron muy solos en sus casas”, explicó García Reyna.
“La escuela es un escenario netamente social, es el epicentro de la sociabilidad de niños, niñas y adolescentes, el ámbito de revinculación por naturaleza. Ahora se ven nuevamente las mejores caras, el entusiasmo de comprarse más cuadernos, como si estuviésemos en marzo”, concluyó Jalile. También recordó la importancia del rol de la institución educativa: “La escuela devuelve mayor igualdad de oportunidades a niños, niñas y adolescentes. En sus casas no todos tienen las mismas posibilidades, no todos los padres o madres pueden sentarse a enseñarles y además, no es lo mismo la función docente que la materna”.
Fuente: La Voz