En pandemia, se agudizó la dificultad educativa para los alumnos y alumnas de familias vulnerables. En muchos pueblos y ciudades se ensayan planes para contenerlos en la escuela.
A los alumnos de sectores vulnerables la pandemia les pegó más duro, también en lo educativo. A las carencias en materia de acceso a la tecnología y a la conectividad para las clases virtuales, se sumó que también las organizaciones sociales o municipios que les ofrecían talleres de apoyo escolar debieron paralizar o reducir su actividad.
Ahora, con el regreso a cierta normalidad, la necesidad de ese apoyo se acrecienta.
El riesgo del atraso y hasta del abandono escolar es mayor y la de acceder a clases de apoyo, cuando no alcanza para pagar un docente particular, se torna más vital que nunca.
Con el objetivo de evitar la repitencia y la deserción, fundaciones, ONG y municipios ofrecen en diversas ciudades talleres de apoyo gratuitos, que en los últimos meses vieron crecer la demanda.
INTENTOS DE RETENCIÓN
En Villa María, por ejemplo, hay un ámbito municipal integrado por un gabinete psicopedagógico y equipos móviles interdisciplinarios, que trabajan con las escuelas y las familias. Rafael Sachetto, secretario de Educación municipal, explicó que hubo una intermitencia en la asistencia a clases, más que una deserción definitiva por la pandemia. “No es que dejan la escuela, pero no van todos los días”, dijo.
Recientemente, retomaron la presencialidad con el apoyo escolar con grupos de hasta 10 integrantes. El nivel primario cuenta con 260 alumnos, en ocho barrios. Como resultado, Sachetto expresó que se logró un “alto nivel de aprobación de materias previas y adeudadas”.
En Jesús María, desde 2004 funciona el programa municipal “Un lugar para aprender”, para niños y niñas de sectores vulnerables. Llegó a tener 11 sedes barriales y las clases las brindaban alumnas de la carrera de Magisterio del Instituto Zarela de Toledo. Tres años después, la estadística mostraba que el 74% había promocionado las materias para las que se habían preparado, aunque el impacto era menor para que disminuya la repitencia.
Ahora, rebautizado como “Conectando con el cole”, se ofrece en cinco sedes, a través de docentes contratadas por el municipio. Tres de esos espacios ofrecen conectividad, computadoras e impresoras que facilitan la realización de las actividades. Entre marzo y agosto, ya pasaron alrededor de 1.200 alumnos, con seis docentes en matemática, lengua, inglés y otras materias.
“Hay niños y niñas que no han podido cursar parte de su primaria o secundaria de modo normal y tienen que entregar tareas, informes, o trabajos prácticos para completar el 70% que se les exige para poder continuar”, refirió Marina Marsengo, coordinadora de esa área municipal.
Río Cuarto implementó un plan municipal similar hace tres décadas. Cuenta con 37 educadores y retomó tras el cierre por cuarentena el trabajo presencial en 20 organizaciones sociales, en distintos barrios. Concurren 500 estudiantes, la mayoría de primario.
A la vez, otras organizaciones vecinales brindan apoyo gratuito con estudiantes universitarios pero aún no han retomado la actividad presencial.
“HAY CHICOS QUE NO QUIEREN IR MÁS A LA ESCUELA”
Morteros, en el departamento San Justo, mantiene activos estos espacios en cuatro centros que funcionan en centros vecinales: entre todos suman unos cien chicos asistidos. La pandemia afectó la presencialidad, pero desde julio la actividad fue retomada, ante la alta demanda.
Mary Blangetti, secretaria de Educación municipal de Morteros, manifestó que reciben derivaciones desde las escuelas por la desvinculación que sufrieron alumnos en pandemia. “Hay chicos que dicen que no quieren ir más a la escuela, perdieron el interés ante la falta de clases y de conectividad”, advirtió, tras asumir que es una situación “que preocupa”.
Mariana Lenardon (33), madre de cuatro hijos en esa ciudad, valoró que existan estos centros: “Nosotros trabajamos muchas horas y el apoyo que reciben acá los chicos les ayuda con sus tareas. Y además de aprendizaje, les brindan amor”, destacó.
En Pilar, el municipio también ofrece espacios de apoyo. Anahí Vottero, a cargo de Educación, contó que largaron en febrero de 2020, primero a través de un convenio con la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y luego a nivel municipal. “La UNC ya venía ofreciendo apoyo escolar en Córdoba capital, pero Pilar fue su primera experiencia en el interior”, dijo. Allí, 30 estudiantes universitarios dieron apoyo a alumnos de primaria y secundaria. “Sirvió para que muchos pudieran cerrar el ciclo lectivo 2020. Todos pasaron de grado”, destacó Vottero.
Tras esa experiencia, la municipalidad tiene un docente que asiste a grupos de hasta 10 estudiantes de primaria, dos veces a la semana. “La demanda es alta. Nos sorprendió la cantidad de anotados. Vamos a activar otros grupos”, afirmó Vottero.
También la “Fundación Pensar” da apoyo a estudiantes de la primaria y secundaria en Pilar, para que no dejen la escuela.
ACOMPAÑAR Y CONTENER
En Río Tercero se lanzó un plan municipal este año. “Atendemos a 300 estudiantes en seis barrios”, afirmó la directora de Educación, Carolina Goñi. Explicó que trabajan de manera articulada con las escuelas: “Nos envían listados de estudiantes priorizados y en el secundario trabajamos con equipos pedagógicos”.
Goñi aseguró que cada lugar barrial cuenta con conectividad gratuita y computadoras. Destacó que entre los alumnos aparecen denominadores comunes, sobre todo respecto a dificultades en comprensión lectora y en lecto–escritura.
Desde hace más de una década, en Río Tercero viene trabajando en apoyo escolar la Fundación Juntos a la Par – La Luciérnaga, con decenas de chicos y chicas de primario a terciario, que allí reciben asistencia educativa gratuita. Los docentes, en ese caso, trabajan como voluntarios.
En Salsipuedes se lanzó hace unos días un programa de apoyo, a pedido de las familias, que ya cuenta con más de 55 estudiantes, con tres docentes. Pero la demanda haría saltar el número a más de 100 alumnos. “La virtualidad llevó a la deserción. Y los estados municipales tienen que estar presentes en estas circunstancias críticas”, planteó Gustavo Agüero, de Educación municipal.
En Río Ceballos desde hace seis años, con intermitencias. Pero este año debieron fortalecerlo. El municipio proyectó “Rincón Educativo”, en cinco centros infantiles en barrios, con tres docentes. Actualmente, concurren 90 estudiantes y hay listas de espera.
Con el proyecto garantizan la trayectoria escolar de los estudiantes con dificultades, con un acompañamiento integral, y articulado con las escuelas.
Mildred Bustamante, mamá de una alumna de primer grado, grafica: “Mi hija aprendió mucho. No quería estudiar conmigo y ahora adora ir a estas clases de apoyo”.
La Granja, en la misma zona, tiene el programa “Una mano a la educación”, con buenos resultados, asistiendo hoy a 35 alumnos.
En Mendiolaza, Maricel Cattani, maestra de apoyo escolar con 30 años de servicio, resume el cuadro: “La pandemia transformó en esenciales las clases de apoyo”. Con ella ese municipio brinda apoyo a una docena de alumnos.
La situación se repite en cada pueblo o ciudad. Hay niños, niñas y adolescentes más cerca de repetir o de abandonar sus estudios, ante la baja de estímulo y de seguimiento por la pandemia. Y esas instancias de apoyo, oficiales o de organizaciones sociales, se transforman en un salvataje para evitarlo.
Fuente: La Voz