La situación social que nos atraviesa es realmente difícil y compleja. La crisis económica está agravada por las consecuencias del Covid-19. La pandemia afecta a toda la sociedad.
En esta oportunidad, y ante el inminente tratamiento en el Congreso de la Nación, de la modificación de la ley previsional que repercutirá en la situación de todos los jubilados y pensionados nacionales, queremos llamar a la reflexión a los diputados y senadores nacionales para que eviten poner, nuevamente, sobre las espaldas de los adultos mayores el peso del ajuste que se desarrollará durante el 2021.
TEXTO COMPLETO:
La situación social que nos atraviesa es realmente difícil y compleja. La crisis económica está agravada por las consecuencias del Covid-19. La pandemia afecta a toda la sociedad.
Desde nuestra Iglesia cordobesa intentamos ayudar a nuestros hermanos más pobres y necesitados. A través de Pastoral Social, de Cáritas Arquidiocesana y desde las parroquias llegamos a muchos de ellos. Somos conscientes que todo lo que hacemos no alcanza, y es un aporte más desde la conciencia de que “nadie se salva solo”. Por ello es esencial el aporte de toda la sociedad. Del Estado en primer lugar, de las instituciones intermedias y de tantos ciudadanos que, con generosidad, trabajan para aliviar a otros hermanos.
En esta oportunidad, y ante el inminente tratamiento en el Congreso de la Nación, de la modificación de la ley previsional que repercutirá en la situación de todos los jubilados y pensionados nacionales, queremos llamar a la reflexión a los diputados y senadores nacionales para que eviten poner, nuevamente, sobre las espaldas de los adultos mayores el peso del ajuste que se desarrollará durante el 2021.
Son “personas esenciales”, no “descartables”
Comprendemos que son necesarias ciertas reformas, ajustes presupuestarios y revisiones fiscales. Pero también sabemos que desde hace décadas los ajustes siempre recaen, de una u otra forma, sobre los jubilados y pensionados nacionales, el sector socioeconómico más perjudicado y más vulnerable junto con la infancia. Ellos se deben ver resguardados por el Estado; aún más, deben descansar en su protección.
No podemos soslayar que este tiempo inédito, adverso y complejo encierra para ellos un “plus de dificultad” ya que forman parte del grupo de riesgo frente a la amenaza del Covid-19. Sufren la soledad, el aislamiento, están limitados en el encuentro con sus seres queridos. Muchos tienen miedo de terminar sus días en un hospital. ¿No estamos viendo esta realidad de sufrimiento y dolor?
A veces parecemos un país ensañado con los jubilados. ¡Es sabido por todos cuánto padecen para vivir lo cotidiano! Constatamos la burocracia que soportan ante la necesidad para conseguir medicamentos, hacer trámites virtualmente, cuántas idas y vueltas tienen que hacer para conseguir lo indispensable. ¡Qué triste es que tratemos a los jubilados de esta manera! ¿Tan insensibles somos para no darnos cuenta de lo que viven a diario?
Nos solidarizamos con cada uno de los jubilados y pensionados. Rezamos por ellos y por nuestra Patria, con el anhelo de que todos podamos terminar bien este año que ha sido tan duro, siendo constructores del diálogo sincero, de la paz y de la búsqueda del bien común, favoreciendo especialmente a los sectores más castigados.
Alentamos a los dirigentes y legisladores con palabras recientes del Papa Francisco que valen para todos: “Ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política, recuerdo que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”. (Papa Francisco, Fratelli tutti 178)
PASTORAL SOCIAL ARQUIDIOCESANA.
IGLESIA CATÓLICA EN CÓRDOBA.
Córdoba, 1 de diciembre de 2020.
Fuente: Arquidiócesis de Córdoba