Paternar- Maternar exige una constante revisión de nuestro estilo de crianza. Tenemos presente desde nuestra función paterna-materna, la necesidad de dar espacios al sostenimiento de ese lazo amoroso que cuida.
En esta tarea de crecer juntos a ello, vamos trasmitiendo calor y abrigo, a través del reconocimiento. Por medio de una palabra cálida, una mirada, un gesto oportuno, un elogio apropiado; que les permita fortalecer la identidad y la autoestima.
Mantener límites claros y razonables, siendo conscientes de no ejercer presiones excesivas, ni hacerlos objetos de críticas constantes; nos permite establecer pautas de crianza saludables.
Valorar lo que ya hemos incorporado como padres, y reconocer que en ocasiones nos cuesta poner en práctica y sostener nuestra función paterna, nos invita a revisar experiencias.
Más allá de las buenas intenciones con las que contamos, es necesario responder a esta tarea que se nos confía, revisando acciones con claridad, reconociéndolas. Esto nos permitirá modificar algunas situaciones presentes.
UN TIEMPO DISTINTO
En estos tiempos tan álgidos y cargados de un acontecer tan sorpresivo, quizás en nuestras vivencias familiares se hayan quebrantado algunos esquemas de crianza que sosteníamos.
Se desdibujaron algunos espacios, y los tiempos ya no fueron tan estructurados; compartimos un convivir de una cercanía distinta, quizás de mayor permisividad, desdibujándose roles, con límites más flexibles. Esto nos cuestiona hoy, entonces, ¿Porque nos está costando sostener sus responsabilidades?, ¿qué nos pasa con el establecimiento de límites?, quizás hasta perdemos calma ante sus demandas.
Replantearnos al inicio escolar cómo ha sido nuestra vivencia de familia, en un tiempo tan particular, nos habilita a encontrar estrategias y nuevos esquemas de acompañamiento, es decir, se presenta una oportunidad de reflexión y encuentro.
Pensar que algunas demandas excesivas de nuestros hijos, nos pueden estar hablando de una necesidad más profunda que las inmediatas a satisfacer. Encontrarnos de un modo distinto, es abrir espacios de preguntas, y escucha activa. Necesitamos que emerja el deseo de dar, de aprender, de entregar lo aprendido a un otro, generando espacios que propicien gratificación mutua.
Compartir momentos de distención que nos animen a abrir otras miradas posibles, es encontrarnos con sus decires, sus deseos, sus sueños, diluyendo temores fantaseados; es poder brindarles recursos para reafirmar su trama vincular.
En este sentido, superar con resiliencia el agobio de tiempos cargados de incertidumbre, parte de recrear nuestras dinámicas familiares y contextuales creativamente. Esto nos exige alimentar nuestros vínculos, sosteniendo la vida desde un reconocimiento emocional, la escucha activa, la contención acogedora, brindando desde aquí la fuerza interna necesaria para crecer amorosamente, aceptando límites con menores resistencias.
Los niños necesitan constantemente dar sentido a su mundo y así mismos. Mucha de la información les ha llegado, y llega vertiginosamente y sin interrupción. Ordenar y crear el sentido del mundo, implica presencia cálida, que propicie ordenar acontecimientos. Nuestra tarea es educar, acompañar el desarrollo y fortalecimiento de recursos para la vida. Nos comprometemos con la vida, palpitando un camino de encuentros, para establecer saludablemente límites y responsabilidades.
Lic. Graciela Brocca –
Psicóloga Clínica MP 10350. –
Orientación Vocacional y Ocupacional –
Fundación Manos Abiertas Área Salud Mental –
Colegio de Psicólogos de Cba
Comisión Salud Mental