Consolidar un formato flexible, reforzar vínculos y contenidos, reconocer lo aprendido, reorganizar colegios, garantizar conectividad y recuperar a los desconectados, son los mayores retos.
El regreso este lunes a clases presenciales con modalidad alternada y en burbujas, en todas las escuelas de la provincia de Córdoba después de las vacaciones de invierno, encuentra a docentes y alumnos frente a un gran desafío: terminar el segundo año de educación en pandemia con los mejores resultados posibles.
¿Cuáles son las expectativas para el último semestre en un contexto complejo, con desvinculación de estudiantes y un retraso en los aprendizajes y en la socialización? ¿Dónde habrá que poner el foco?
Una consulta de La Voz a educadores de escuelas estatales y privadas muestra que hay grandes retos: sostener la presencialidad, consolidar un formato flexible, reforzar los vínculos humanos y los contenidos; capitalizar las habilidades aprendidas, reorganizar el funcionamiento escolar y recuperar a miles de alumnos que se cayeron del sistema o están en riesgo.
“La escuela tiene que ser promotora de los vínculos, de los lazos, de las relaciones entre los chicos y las chicas con los docentes y las familias, promoviendo el reaprender a estar con otros y otras. Un desafío en las escuelas es cuidar y sostener los protocolos, pero al mismo tiempo no transformarse en policías de la distancia”, plantea Liliana Maltz, licenciada en Ciencias de la Educación y capacitadora.
La especialista también advierte que hay que evitar entrar en una máquina contra el tiempo tratando de saltear los vacíos producidos por la pandemia. “Hay que ser muy pacientes y pensar en las diferencias entre grupos, comunidades con las que trabajamos y en relación a las posibilidades de cada estudiante”, apunta.
MÁS CONECTIVIDAD
Garantizar la conectividad en las escuelas de zonas vulnerables es una de las prioridades en el regreso a la bimodalidad. “La pandemia ha agravado la desigualdad en los aprendizajes entre el que más recursos tiene y el que menos tiene”, dice Miguel Lorenzo, director del Ipem 316 Eva Duarte de Perón, de barrio Colinas de Villa Carlos Paz.
Antes de las vacaciones de invierno, siete escuelas primarias y secundarias estatales de Carlos Paz solicitaron al municipio la instalación de puntos de conectividad en los barrios (polideportivos, centros de salud, escuelas) porque, dicen, la desconexión es una gran preocupación.
MUCHO POR HACER
“El desafío es saldar la enorme deuda que tenemos con el currículo prescripto, tanto de la Nación como de la Provincia. Hay contenidos, habilidades, competencias que estamos muy lejos de obtener”, opina Adrián Narváez, director del Ipem 2 República del Uruguay de barrio ciudad Villa Parque Las Rosas en la capital cordobesa.
No obstante, reconoce la adquisición de conocimientos por fuera de los contenidos indicados como prioritarios. “La necesidad llevó al trabajo interdisciplinario y al uso de las tecnologías. Hace 20 años que se venía hablando de las tecnologías, y ahora se efectivizó”. remarca.
Agrega que la pandemia visibilizó las fortalezas y las debilidades de las escuelas y que el gran desafío es que el “aprendizaje intempestivo” al que obligó el Covid-19 se convierta en sistemático, a través de políticas públicas.
Elizabeth Garbino, licenciada en Ciencias de la Educación y directora del Ipem 312 de barrio Ferreyra, cree que en el segundo semestre hay que enfocarse en los contenidos, en los aprendizajes y en fortalecer los vínculos para que ningún alumno abandone. Para ello, opina, la presencialidad es fundamental, al igual que salir a buscar casa por casa a los chicos desconectados.
“Es muy importante la presencia, enseñar y aprender es un acto humano; y es muy difícil hacerlo con una máquina”, subraya.
Por otra parte, considera que hay cuestiones positivas a preservar: las reuniones virtuales con los supervisores y el personal y la agilidad de la documentación on line.
QUÉ HAY QUE APRENDER
Fanny Bierbrauer, profesora de Lengua y Literatura en el colegio preuniversitario Manuel Belgrano considera que la pandemia dejó en evidencia la necesidad de garantizar el acceso tecnológico a estudiantes y docentes. En este sentido, dice, es necesario pensar en propuestas didácticas situadas que identifiquen esas condiciones reales para desde allí construir conocimientos.
“La escuela no es la misma y no será igual a la que teníamos previo al Covid 19. Lo primordial en esta segunda etapa será reconstruir o trabajar en esta trama vincular, el espacio del encuentro con los demás, el diálogo, la colaboración, la solidaridad, el afecto”, apunta la docente.
Para Bierbrauer una lección de la pandemia quizá sea aprender a priorizar lo verdaderamente importante. “Hay una idea de Franco Berardi (escritor italiano) que apunta a crear prácticas educativas cuyo centro sea aprender a partir de acuerdos de lo que debe ser aprendido desde un lugar amoroso e inclusivo, enfocándonos en el desarrollo de vínculos que hacen al cuidado de unos y otros y que hacen del aprendizaje una experiencia acompañada y altamente poderosa”, opina.
Bierbrauer cree que ahora lo prioritario será lo humano y trabajar en el reconocimiento de lo construido en este tiempo (los aprendizajes en entornos virtuales y la incorporación de herramientas de trabajo colaborativo on line, entre otras).
“La escuela cobra relevancia en cuanto a estar presente. Obviamente no puede dar respuesta a la cantidad de demandas, pero sí es un agente social importante en estos momentos”, remarca la docente, quien observa el crecimiento en el número de estudiantes que trabajan para ayudar a sus familias.
REDISEÑO PERMANENTE
Martín Brusa, director de un colegio secundario privado coincide en que la gran apuesta es sostener la presencialidad. “Si bien lo virtual ha intentado dar continuidad pedagógica, es muy diversa la respuesta de un estudiante a otro y, al menos en la educación inicial, primaria y secundaria, no estábamos todos los actores de la comunidad educativa igualmente preparados para la implementación de esta modalidad”, opina.
En relación a lo que se viene, el docente considera que la incorporación de una hora más de clase (cinco a partir de ahora) complejiza la organización cotidiana de las escuelas.
Para Brusa, esta medida impactará más en el secundario ya que obliga a coordinar horarios docentes, la vigilancia del protocolo sanitario y la incorporación de cambios en el sistema de evaluación y acreditación. En otras palabras, “a un rediseño permanente de la propuesta educativa”.
Otro reto, sostiene el director, es lograr una mayor vinculación real de los estudiantes con la propuesta pedagógica y recuperar a los alumnos que se van desconectando de los aprendizajes. “Un gran desafío pasa por el cuidado de los equipos docentes, que sostienen y posibilitan, a través de los procesos de enseñanza continua, el desarrollo de las capacidades fundamentales previstas por las políticas educativas”, subraya.
Y agrega que es necesario acompañar a los educadores y generar redes de protección emocionales, colaborativas y sanitarias, como la vacunación efectiva, para garantizar “mayores niveles de calidad y equidad en las propuestas de la escuela”.
Por su parte, Hugo Tissera, director del colegio privado Corazón de María, de la ciudad de Córdoba, plantea que es necesario poner fin al sistema de burbujas que – opina- “en la práctica ralentiza el aprendizaje” y, recuperar espacios y encuentros entre familias, docentes y alumnos, como reuniones y actos escolares.
Para el director, el foco en la última etapa deberá estar en la alfabetización de los primeros grados, en la profundización de los saberes y habilidades en la primaria para favorecer el tránsito al secundario, en la generación de espacios que promuevan y recuperen la socialización, en donde circule la palabra para abordar emociones y sentimientos, en el acompañamiento a los docentes ante tantos cambios e incertidumbres y a las familias, que precisan certezas, claridad y garantía del aprendizaje de sus hijos.
Fuente: La Voz