“Al atardecer de ese mismo día, les dijo: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?» Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!». El viento se
aplacó y sobrevino una gran calma..Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?».
Marcos, 4, 35-40
El 2021 nos encuentra navegando en aguas turbulentas, en marzo de este año parecía que todo se despejaba, los edificios educativos se abrían nuevamente para recibir a la comunidad y nos animábamos a cruzar a la otra orilla. Con fuerzas renovadas iniciamos el ciclo lectivo y, de pronto, se desató un vendaval y el viaje se pobló de turbulencias. Hoy una nueva ola nos golpea y al igual que los discípulos, nos sentimos angustiados, ya que por momentos las situaciones rebalsan nuestra barca…
La Pandemia nos sigue desafiando a pensar y repensar la Educación desde paramentos difusos. Es en este contexto de incertidumbre en el que la imagen bíblica de la barca en la tempestad sigue siendo una imagen que, desde su simbología más profunda, nos enseña, nos ayuda, nos alienta.
El evangelio de Marcos nos invita, como comunidad educativa que navega en esta Arquidiócesis de Córdoba, a pensarnos desde tres claves que buscan descubrir la pedagogía de Jesús en tiempos de incertidumbre:
clave 1. Detenernos y observar
clave 2. Sostener vínculos
clave 3. Cuidarnos
Clave 1. Detenernos y Observar: Hacemos una pausa
“Al atardecer de ese mismo día, les dijo: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba”.
Hacer una pausa en medio de lo cotidiano, implica detenerse, aquietar el corazón, alejarse de la multitud para centrarse en lo importante. Jesús estaba enseñando a orillas del mar de Galilea cuando vislumbra el atardecer. Aquí aparecen dos imágenes potentes: el mar y el atardecer.
En el contexto hebreo, el mar simboliza el lugar de lo cotidiano, el lugar donde todo sucede. En nuestro caso sería Educar en medio de la situación pandémica que nos atraviesa y nos desafía constantemente. Es en esta realidad en la que Jesús nos llama a hacer una pausa.
El atardecer es otro símbolo muy fuerte para el mundo hebreo, ya que simboliza confusión y tristeza. En ese contexto de turbación e incertidumbre, invita a los discípulos a alejarse de la multitud y hacer una pausa.
Clave 2. Sostener vínculos
“Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua…Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal…Lo despertaron y le dijeron: « ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?».
¿Qué implica hoy en el sistema educativo sostener vínculos en medio de la tormenta? Detengámonos por unos instantes en la imagen de la barca en medio del mar embravecido, en las olas que golpean fuertemente la embarcación, en el temor de los discípulos…
Cuán difícil debe haber sido sostenerse en medio de tanta desesperación, angustia e incertidumbre. En ese contexto los discípulos buscan al Maestro, buscan anclar la mirada en sus ojos que transmiten paz, en su presencia que brinda seguridad.
Hoy como educadores navegamos en esta realidad que golpea tan fuerte nuestra barca, que nos desespera, nos angustia y nos hace implorar con insistencia la presencia de ese Jesús, Maestro de paz.
Ante el llamado de los discípulos, y viendo la crisis que había entre ellos, Jesús se incorpora y sobreviene una gran calma. Esta calma llega cuando hacemos silencio interior, cuando acallamos las preocupaciones, cuando nos desconectamos de la vorágine y nos conectamos con nosotros y con el otro. Solo así, podremos realmente fortalecer los vínculos y sostenernos desde la calma, desde el silencio, desde la tranquilidad, desde la Fe.
Clave 3. Nos cuidamos
Para atravesar este tiempo tan desafiante necesitamos detenernos y observar que en este viaje no estamos solos, que Jesús navega a nuestro lado, que nos cuida aun cuando creemos que duerme…
La invitación de Jesús es concreta, nos propone seguirlo, cruzar a la otra orilla, embarcarnos y confiar, aun en medio de la incertidumbre. Es por ello que este es un tiempo para fortalecer nuestra Fe en el mar de lo cotidiano…
Allí, donde se libran las batallas de cada día con sus luces y sombras. Allí, donde nos encontramos con nosotros y nuestras fragilidades. Allí donde nos cuidamos y sostenemos.
En esto consiste creer. La fe, como sabemos, es confianza sin seguridad; la fe es una invitación a mirar con el corazón. Confiar en Aquel que nos llamó a esta sublime vocación de ser pescadores de hombres en el mar de lo cotidiano.
Es nuestra misión, como cristianos y agentes pastorales, volver la mirada hacia Jesús maestro, y observar la tempestad en clave de providencia, porque cuando nos detenemos a mirar, podemos descubrir al hermano que sufre, para sostenerlo y cuidarlo.
Ojalá en nuestras escuelas, en las aulas, en los pasillos, se vivencie una pedagogía de Jesús que nos impregne con las enseñanzas del Maestro. Ojalá podamos convocarnos siempre en torno de su palabra, para que su presencia nos quite el miedo, nos de paz y fortalezca nuestra tarea cotidiana.
Leonardo Manuel Carrillo
Prof. en Cs Sagradas; Prof. de Filosofía.
Lic. en Ciencias de la Educación
Director del I.S.F.D
Contardo Ferrini
Río Primero